martes, 28 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 27/03/2017



V de Cuaresma 
1° del salterio
Jer 20,10-73 /Sal

17 /ln 70,37-42
Lunes 27 Marzo





Ruperto; Lidia; Bto. 
Francisco Faá di 
Bruno

PALABRA:
Juan 10,31-42 
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?». Los judíos le contestaron: «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios». Jesús les replicó: «¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre». Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad». Y muchos creyeron en él allí.


La fuerza de los testigos
Prosigue ese enfrentamiento entre los fariseos y Jesús. No pueden entender que sea hombre y que sea Dios. Todo el mundo veía que era un hombre. Y todo el mundo veía que hablaba como Dios. Por eso, por no entenderlo, califican de «blasfemia» cuanto dice. Pero allí estaban sus obras: acoger a todo el mundo, curar a los enfermos, orientar e iluminar a los descarriados, ofrecer paz y consuelo a la gente desolada. «Creed en mis obras», dice el Señor. En este mundo nuestro, el argumento central de las mejores convicciones será siempre el de las obras, el del testimonio fiel, siguiendo los pasos de Jesús. La gente, decía Pablo VI, escucha más y se convence mejor por los testigos que por los maestros. Y si escucha a los maestros es porque también son testigos.                                                                                                                                          


lunes, 27 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 26/03/2017




V de Cuaresma
lº del salterio
Gén 17,3-9 / Sa1104

/Jn 8,51-59
Domingo 26 Marzo







Braulio de Zaragoza;
Montano y Máxima;
Bta. Magdalena

Catalina Morano

JORNADA PRO-VIDA
PALABRA:

Juan 8,51-59
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre». Los judíos le dijeron: «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?». Jesús contestó: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: "No lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría». Los judíos le dijeron: «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?». Jesús les dijo: «Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo». Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Una vida con esperanza

A los pocos días de ser elegido, el papa Francisco lanzó este reto a los jóvenes: «Por favor, no os dejéis robar la esperanza». Jesús nos ofrece una vida con esperanza: «quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre». Se trata de una vida con esperanza, es decir, con plenitud de sentido. No obstante, a veces nos encontramos con un cristianismo aferrado a costumbres y a legislaciones que ensombrecen su verdadero horizonte. Es lo que le pasó a los fariseos del tiempo de Jesús. Querían mantener sus costumbres, cerraban sus ojos a ese mundo nuevo, a esa vida nueva que les presentaba Jesús. No lo aceptan. Más aún, se oponen a él con todas sus fuerzas, llegando a la descalificación de su vida y a la agresión personal. «Nunca os dejéis vencer por el pesimismo», nos ha dicho el Papa en muchas ocasiones.







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