Siendo pues el Batuque una religión ágrafa -esto es transmitida oralmente, sin escritos canónicos- comporta una multiplicidad de ritos de pasaje, de grado en grado, en los que el candidato va conociendo paulatinamente las pautas del fundamento religioso y asumiendo en forma pausada su lugar y funciones dentro del grupo de culto. Comienza con el omiero ("agua que calma") en el que su cabeza, manos y pies son lavados -comprometidos, dedicados- para sus orisha específicos. Este omiero es el jugo disuelto en agua de hierbas sagradas en un número variable, que prepara el receptáculo del orisha para que así purificado pueda manifestarse.
El segundo grado es el ebori o bori ("ofrendar a la cabeza") cuyo objetivo es dedicar esa cabeza única al servicio de un determinado orisha. Por medio del ritual se fija en este plano material (aiyé) el doble sobrenatural de esa cabeza (ori orún) al cuidado y guía del dueño de la mayor proporción de elementos constitutivos de ésta. Para ello se emplea un número de buzios coincidente con el orisha y una moneda que simboliza la materialización del acto creador espiritual. Este conjunto, dentro de un recipiente cerrado -símbolo transparente de la cabeza- se conserva toda la vida del iniciado, constituyendo, como justamente señalan Paulo de Shangó (Paulo Tadeu B. Ferreira) y Armando de Oshala (Armando Ayala), "la raíz del hijo en la casa de santo". Por ser efectivamente raíz entronca a los futuros orisha asentados de la persona con una determinada casa de Batuque. Aunque los movimientos de la vida alejen al hijo de esa casa, de algún modo sobrevive un vínculo vitalicio con ese reino y esa mano que dotaran de sentidos trascendentes a esa cabeza única, como únicas son todas las cabezas.
El tercer grado es el "aprontamiento", en el que el borído asentará sus orisha principales, sus pasajes: orisha de cabeza, adjunto, brazos y piernas; dicho de otro modo personalidad concreta, tendencias, acción y reacción -vía.
Este ritual importa un compromiso del creyente con el grupo del que participa como miembro de una familia -egbe-, dirigida por la matriarca o patriarca de la casa de Batuque en que lo realiza, con miras a su completud espiritual, material y social.
El cuarto paso será el asiento de la familia completa de su orisha personal, recibiendo los conocimientos de conservación y transmisión de los valores arquetípicos. En algún momento, cuando toda la obligación esté debidamente asentada según los ritos de la tradición que sigue la casa, se le comunicará el conocimiento de la vía oracular -el áshé de buzios o delogün- para que pueda interrogar en forma totalmente consciente, esto es no a través del trance de posesión, a los orisha y así determinar con exactitud todo lo concerniente a ambos planos de existencia, orún y aiyé; planos estos que para la mentalidad religiosa son, empero, un todo indivisible.
Consideramos necesario resaltar aquí que este áshé, en el sentido estricto de poder o autoridad para leer la figuras conformadas por las conchas augúrales, es de singularísima importancia, y debería en todos los casos ser acompañado del conocimiento y mesura que un método tan relevante para la supervivencia de los valores espirituales y culturales de nuestras naciones merece; estimando que no debería otorgarse a nadie que no tuviera todas sus obligaciones asentadas, de afuera y de adentro, y aún que demostrara criterio y merecimientos.
También hacemos notar que mediante el áshé de buzios solo responden los orisha, aclaración que sólo viene al caso para advertir lo que se oye por ahí de caboclos y eshu "dados" por buzios. Los ocho o dieciséis cowries que se echan sobre la mesa son los signos de Ifá, que a través de Orún Milá hablan a partir de sus caídas u odu. Los orisha son orisha, los caboclos son caboclos, los eshu son eshu. Son tres ramas de un mismo árbol, o mejor, dos ramas en el tronco de los orisha. Pero no nos dejemos confundir. Todo áshé de buzios, aun siendo ganado por otro orisha pertenece por ley a Orün Milá, la voz de Ifá, uno de los Oshala que no ocupa y es traducido por Bara. Cuando decimos, por ejemplo: "habla lemanja", queremos decir que ella es la dueña de ese odu o palabra; recordaremos el refrán o divisa que corresponde a esa figura, de ahí la leyenda, y entonces Bara nos permitirá captar el sentido del mito en ese caso particular' transmitir lo que manda hacer al consultante. Y así en adelante, respecto a cuales quiera de los odu o figuras simbólicas del oráculo. El espacio mágico en la mesa de buzios está orientado, es decir ubicado en los puntos cardinales, con un arriba y un abajo, y señalizaciones que ordenan las vías o caminos por los que llega el odu: ire u osogbó. Pero no está demás volver a repetir que sólo los orisha se sirven del oráculo pues es éste su sistema indirecto de expresar su voluntad o consejo al creyente. A lo sumo se intuirá si un problema es causado por égun (espíritu desencarnado) y el propio orisha dará el método de solución, pero no compartimos la opinión de que haya caboclos, pretos velhos o eshu por más sabios o luminosos que sean que puedan intervenir en un campo que no le es propio. Una vez completadas satisfactoriamente todas las obligaciones religiosas, alcanzado el nivel de experiencia y conocimiento necesario para conducirse en todos los planos, el adepto puede recibir la autorización de quien lo iniciara para cumplir "per se" sus fundamentos rituales. Este paso o grado superior se llama "liberación" y causa alguna confusión.
Tener una casa abierta no siempre implica estar liberado, cuando todavía depende de su iyalorisha o babalorisha para efectuar sus compromisos religiosos. Muchos adeptos en esta situación de casa abierta, obligaciones completas y todos los áshé, no pueden por sí mismos dar satisfacción a determinados requisitos, porque su orisha y el de su iniciador o iniciadora no llegaron aun acuerdo de independencia. Así como existe gente que no está destinada a sembrar el fundamento recibido -transmitirlo a otros-hay quien no se separará jamás del fundamento originario del suyo, es decir, que no está destinado a ser libre en vida de quien formara esos áshé. La confusión estriba en que se cree comúnmente que la liberación es una especie de derecho del iniciado, sin tenerse en cuenta que en realidad es el resultante de un contrato de relaciones -digamos feudales- entre orisha. El orisha A acuerda acompañar al orisha B un número X de años o todo el tiempo que el orisha B permanezca en el mundo. No está demás recordar que cada orisha es único y no existe uno igual a otro aunque pertenezcan a una misma cualidad del mismo orisha. Y ello se traduce en la práctica con desastres ocurridos cuando un iniciado, con todos los áshé y tal vez con muchos años, desconoce el acuerdo entre su orisha y el de su jefe y decide liberarse sin más. Creemos que es éste un tema serio, que no depende del capricho de los hombres, o a ofrecer tanto o cuanto dinero por la famosa manumisión. Hay que obrar con cuidado, teniendo en cuenta que los movimientos siempre tienen efectos, a
menudo irremediables.
Ser libre es todo un riesgo, una aventura tal vez apasionante, pero también es el saber que hay que asumir solo toda y cualquier responsabilidad, sin poder zafar pensando -o diciendo- "mi pai o maé" se debe haber equivocado", como tantas veces se escucha.
Y al ser libre, tampoco se deja de ser hijo de tal o de cual; la diferencia está en que tal o cual permite que Fulano cumpla con sus deberes religiosos por sí mismo, porque tiene la seguridad avalada por los orisha, que es un sacerdote competente al que los fundamentos que transmitiera permitirán actuar con tino y solvencia.
El símbolo que se emplea en Ifá para la Creación es un círculo que ha sido divido en cuatro cuadrantes por una cruz cuyos extremos son de igual longitud. La mitad superior del círculo representa Ikole Orun, que es el reino invisible de influencia espiritual y fuente primigenia de la Creación. La mitad inferior del círculo representa Ikole Aye, que constituye las dimensiones visibles de la Tierra. La mitad derecha del círculo, tanto el cuadrante inferior como el superior, representa áyánmó-ipin, que es el Destino o el futuro. Y el lado izquierdo del círculo representa iwe, que es el pasado.
Ifá enseña que todas estas dimensiones influyen y, literalmente, crean cada nuevo instante. El centro del círculo, es decir, la intersección de ambos brazos de la cruz, representa Ita Orun, que es el camino hacia el reino invisible. Según Ifá, la única forma de recibir las bendiciones de la Creación es vivir en equilibrio y armonía con todas las fuerzas que crean el círculo de la creación.
Simbólicamente, esto ocurre al mantenerse en el centro del círculo, lo que conduce a un estado de armonía con todos los aspectos de la realidad que producen el tiempo tal como existe en el presente. Se cree que permanecer de pie en el camino de Ita Orun produce "iwa-pélé", o "buen humor". La entrada hacia Ita Orun se conoce como "olotoju enuouna Orun", que significa "dueño de la boca del camino hacia el origen". Es Esu, en todas sus manifestaciones, el guardián de esta puerta. Por eso, todos los rituales de Ifá y de los Orisha comienzas y terminan con oraciones para Esu.
Tradiciones y Costumbres:
En nuestro pueblo son inseparables la vida social de la religiosa, no existe para el yoruba "vida profana", todo está relacionado de un modo u otro con los Orishás y los Ancestros. Todo aquello que la religión tradicional prohibe o condena, la comunidad entera también lo hace. Se piensa que toda ofensa contra los Orishás ofende al hombre y viceversa. No existe una documentación escrita legalmente sobre lo que está bien o no, dentro de la sociedad tradicional africanista, pero todos los que son integrantes de la misma conocen perfectamente cual es el código de conducta que se debe tener. Se sabe perfectamente lo que está bien o no dentro de la sociedad, e incluso los yorubás que no integran la comunidad religiosa conocen su código de valores y los asumen. Esto ayuda al bienestar de toda la comunidad, porque se vive bajo determinadas reglas comunes a todos, donde priman conceptos elevados de ética y comportamiento. Si bien los escritos sagrados que dictan las leyes y los códigos de comportamiento, no están - como decíamos -legalizados y expuestos públicamente al alcance de todos, forman una especie de Libro Sagrado, que recopila lo más antiguo y puro de las tradiciones y costumbres yorubás que son conocidos como "versos de Ifá". Así como la sociedad occidental se basa en versículos de la Biblia para demostrar lo que está bien o está mal delante de los ojos de Dios y la sociedad, la sociedad africanista se basa en los versos de Ifá.
Este código prohíbe a los yorubás acciones que son consideradas delictivas dentro de su sociedad civil como robar; el adulterio; la fornicación; el secuestro; rompimiento de contrato; jurar en falso; la mentira; la violación; hablar mal de los gobernantes; estafar; la irreverencia o falta de respeto a los padres o mayores
seducir; la malicia; las aberraciones y desviaciones sexuales de todo tipo. Todos estos actos prohibidos son considerados crímenes dentro de la religión tradicional africana y cualquier persona que comete alguno de ellos es visto como un criminal y será castigado. Los crímenes cometidos no sólo van en contra de la sociedad, sino también en contra de los Orishás y los Ancestros. Todos aquellos que nos consideramos "yorubás" vivimos como tales y educamos a nuestros hijos (carnales) a vivir bajo los códigos de conducta que indica nuestra tradición. Se entrenan a los niños a decir siempre la verdad, porque se cree que un mentiroso está propenso a cometer otro tipo de actos delictivos. Según nuestra tradición consideramos que los mentirosos conocen la verdad, pero no la dicen, dañan a los demás por voluntad propia, llaman rojo al blanco y blanco al rojo. El Odú Ikafun dice:
"...Aquellos que dicen efuru por esuru
bien, nuestro Padre los está mirando desde el cielo,
Aquellos que dicen odide por oode, (que el papagayo es el murciélago)
bien, nuestro Padre los está mirando desde el cielo,
Aquellos que dicen que la hoja de oro es la de oriro,
bien nuestro Padre los está mirando desde el cielo..."
Sobre los mentirosos el °di, Otura dice: "Ser mentiroso no lo priva a uno de hacerse rico,
Romper un contrato no lo priva a uno de alargar la vejez;
Pero el día que muera, allí tendrá problemas."
En la religión tradicional yorubá se sabe que muchas cosas deben pagarse después de la muerte, por eso se tiene muy en cuenta el no cometer faltas, los Orishás no apoyan a los mentirosos, los ladrones, estafadores, degenerados, adúlteros, asesinos, etc. Los Orishás mandan siempre a sus seguidores a decir la verdad, incluso en los propios odu la mayoría de las veces se trata de dejar en claro que aquel que engaña, roba o comete faltas siempre sale perjudicado, es castigado o termina en la ruina. En otra parte del odú Oturupon dice así:
"¡Sea sincero, aunque se quede solo!,
¡Sea verdadero, haga el bien!
Al que es verdadero las deidades lo apoyan, Diga la verdad, aunque se quede solo..."
El hurto es visto como un acto vergonzoso, algo de lo que nadie debería hacer alarde. Tener un ladrón dentro de la comunidad se considera una desgracia. Cuando hay robos, se realizan rituales para saber quien fué el ladrón y recuperar los objetos robados. El ladrón, a consecuencia del poder divino, sufre al poco tiempo todo tipo de enfermedades, parálisis, cegueras momentáneas, quedando dañado en forma física y psíquica, a tal punto que deberá recurrir a un sacerdote africanista para que le retire el mal. Cuando el babalawo ve que el mal del paciente es debido a robos, le indica que debe devolver los objetos al dueño en la plaza pública, delante de todos y además pagar ciertas ofrendas a los orishás. El robo empaña la reputación e integridad de la familia del ladrón, siendo que los africanos tradicionales se preocupan mucho por el buen nombre y la reputación. El hurto no sólo es considerado algo inmoral, también es una ofensa religiosa castigable por parte del Todopoderoso
Los sacerdotes africanistas, los jefes (de barrios, ciudades, etc.) y los reyes tienen poderes político-religiosos y son quienes aplican las leyes, la justicia y los castigos a las faltas dentro de la comunidad. Los jerarcas y sacerdotes son respetados como se respeta a un Orishá, pues se consideran "mayores" y portadores de la sabiduría de los Ancestros. En cuanto a la falta de respeto a los "mayores" (planos religioso político y edad) y a los padres, aquel que comete dicho crimen, insultando a los mismos, insulta también a los Ancestros y Orishás, atrayendo para sí el castigo de los mismos. Si bien la insolencia se perdona, se considera un acto delictivo. Los Padres (ancestrales) deben ser venerados y dado el momento "rendirles culto", pues es la voluntad de Olodumaré que se venere a quien nos veneró y en cualquier sociedad donde no se venere a los Padres no se tendrá las bendiciones del Todopoderoso. Iwori dice:
"Respete a su Padre y a su Madre
esos que vivieron largo tiempo en la tierra,
Ifá dice que oferte a su Padre y a su Madre el sacrificio de cuidados, rectitud y humildad,
pues eso le traerá retribuciones.
Ifá dice que ofrendando ese sacrificio y siendo obediente
no atraerá maldiciones.
Las maldiciones de su Padre y de su Madre
son las maldiciones del Omnipotente"...
En otra parte del mismo Odu dice:
"Mis Padres trabajaron en vano por mí.
Nací porque la suerte de mi madre era buena,
nací porque la suerte de mi padre era buena.
Me dieron a luz y mis brazos no eran deformes,
no nací emfermo,
no nací leproso.
Ansío poder tener mis propios niños,
de manera que pueda tener descendientes.
Quiero tener casas,
quiero tener bienes materiales,
quiero tener dinero.
Mis padres trabajaron en vano por mí.
Vine al mundo debido a su buena
suerte,
Quiero hacer algo bueno de mi vida, Para que el trabajo de mis padres no haya sido en vano."
Por otro lado en el Odu Iwori-meji explica que todo aquel que respete a sus Padres y Ancestros (Egungun) en cualquier tarea en la que se embarque tendrá éxito. En el Odu Obara-meji se condena la arrogancia, el orgullo y las faltas de respeto de los jóvenes hacia los ancianos, las cuales son sentenciadas, diciendo que todos los que no respetan a sus mayores no tendrán una vida larga y aquel que golpea a su padre, a un sacerdote o un anciano está atrayendo su propia muerte.
El gobierno africano es teocrático de modo que los gobernantes son vistos como representantes divinos. Toda falta de respeto, reproche o rebeldía hacia los mismos está prohibida. En cuanto a la lealtad absoluta y obediencia hacia el gobierno el Odu Ejiogbe dice:
"La Corona debe ser juzgada por la cabeza que usa Corona.
Los labios del filósofo son los que deben desafiar al filósofo..."
Una Gorra nunca será más famosa que una Corona.
La que guía el Cuerpo es la Cabeza."
El yorubá tampoco está de acuerdo con sentimientos tales como la avaricia o el egoísmo, pues Ifá dice que todos vamos a recibir aquello que dimos, por esto, cuanto más mano abierta seamos, más recibiremos. La clave es ofrecer sin esperar nada a cambio. Se enseña que se debe pagar siempre a los Antepasados y Orishás para conservar la sabiduría, la suerte y los bienes
materiales; así como también a ser contemplativo con el hermano más debil o pobre, dándole ayuda si fuera necesario. Obara-meji dice:
"La mosca que no es codiciosa, nunca muere en un recipiente de vino.
La mosca que vuela con las demás en el
aire y no se tienta con los cebos que hay en el suelo.
Nunca es cazada en una trampa."
Otra cosa a tener en cuenta, es que
tenemos prohibido maltratar o castigar a los animales, así como tampoco debemos matar animales por placer o deporte. El sacrificio de animales debe ser hecho sólo cuando los orishás lo pidieran o cuando necesitáramos consumir carne, siempre consultando el oráculo, siendo que dichos sacrificios deben ser efectuados por personas preparadas ritualmente. Consideramos que los animales tienen el Ashé de los Orishás (que en conjunto representan a Olodumaré) y si dañáramos un animal estaríamos atrayendo un osogbo (poder negativo) hacia nosotros.
Ewi y Ceremonias
* En nuestra tradición, se conocen como ewi a las alabanzas proverbiales tradicionales que se ejecutan en momentos especiales tales como bautismos, casamientos o ceremonias fúnebres. Con ewi se le da la bienvenida a un nuevo niño dentro de la familia, en el momento de darle un nombre, el cual casi siempre es escogido a través del oráculo o a veces puede venir con el niño desde el orun (cielo), con marcas que dictan cual debe ser el nombre. También con ewi (versos poéticos ceremoniales) se celebran los casamientos delante de los orishás y los ancestros, siendo que el casamiento no sólo representa la unión entre el hombre y la mujer, sino también la unión de sus dos familias y de sus ancestros, por lo tanto es de vital trascendencia que los mismos estén de acuerdo. Para tal fin es consultado el oráculo y son hechos los ebós correspondientes. Otro tipo de Ewi es usado asimismo para dar la despedida a quien fallece, debiendo aquí también darse primacía a lo que desea el difunto, sus orishás y ancestros, quienes indicarán como desean que se haga la ceremonia.
En todas estas ceremonias socio-religiosas nunca faltan elementos simbólicos típicos de nuestra cultura como lo son la Nuez de Kola, el Aceite de Palma, el Efun, la Miel, el Jenjibre y el Vino de Palma, entre otros. Hay además siempre una comunión entre los asistentes y el mundo del Más Allá, donde moran los Ancestros y los Orishás. En una mesa (mantel que se coloca sobre una estera) se colocan los ingredientes simbólicos de nuestra cultura, que recuerdan muchos de nuestros mitos y tradiciones, junto con una gran variedad de comestibles, bebidas refrescantes y flores.
La vida Matrimonial en nuestra Cultura.
* Mientras la mayoría de los hombres yorubas tienen tradicionalmente la profesión de granjeros o artesanos, las mujeres por lo general están involucradas en el comercio. En la granja, las mujeres a veces cuidan las verduras o ayudan a transportar el producto. En el área fronteriza entre Ifé y Ondo, las mujeres reciben una suma anual de dinero de parte de sus maridos por su trabajo en la granja. Su papel principal, sin embargo, es procesando o vendiendo comestible. Aunque el marido es el responsable de las deudas de su esposa, se espera que él le de los medios para que ella trabaje e incluso le
proporcionará capital para que ella instale su propio comercio. Después de algunos años de matrimonio, la esposa querrá seguir con su empresa propia, para dejar algo para sus hijos. Si ella es comerciante, esto puede involucrar que no tenga tiempo suficiente para atender al marido, por lo que éste puede optar por adquirir una segunda esposa para que haga las tareas domésticas. El marido ideal es aquel que permite a su esposa seguir con su propia carrera, sin obstáculos.
Cuando los niños de una mujer crecen, una de sus preocupaciones principales es financiar su educación, y defender sus intereses delante de los hijos de las otras esposas de su marido. Así para la mayoría de las mujeres yorubas los papeles de esposa, están estrechamente relacionados entre la maternidad y el comercio
Los gastos de la casa se dividen entre los esposos, según el ingreso de cada uno. El marido normalmente proporciona la casa y hace las reparaciones que fueran necesarias. También es quien paga las comidas
principales y da algún dinero para la educación y ropa de los niños. La esposa se debe vestir a sí misma y proporciona el resto de la ropa de los niños y otros artículos para la comida y la casa. Cuando el marido está lejos en la granja, su esposa puede ser casi completamente responsable por su alimentación y la de los niños. Algunas veces en el año, las mujeres tienen más probabilidad de tener dinero en efectivo que los hombres. Muchas esposas yorubas van a lejanos lugares para pagar por la educación de sus niños cuando a sus maridos no les alcanza el dinero para hacerlo.
Normalmente el hombre casado con más de una mujer, intenta tratar a las esposas por igual, dando un número igual de niños a cada una de sus esposas para que costeen su educación. Si alguna recibe más, es porque la madre ha podido conseguir dinero. Es común que la etapa escolar de un niño sea interrumpida por varios meses o incluso años si los padres no pueden pagar.
En los primeros años del matrimonio, la esposa está principalmente interesada en tener hijos, acompañar a su marido a la granja y cocinar para él. Cuando los niños todavía son chicos, hay una pequeña presión en ella para que aumente su propio nivel de ingresos, pues cuando los niños comiencen la escuela, se necesitará más dinero.
La poligamia es base fundamental en este ciclo, pues apunta al bienestar familiar y a un mayor número de descendientes. Por encima de todas las prioridades de muchos hombres yorubas, está el adquirir una segunda esposa para que se encargue de los deberes de la casa, dando más tiempo a la esposa mayor (la primera) para hacer dinero comerciando.
Si la esposa mayor lleva a los niños cuando va al mercado a vender, ella necesitará también ayuda extra. También existe la posibilidad de enviar a los niños de edad escolar a vivir con los parientes de sus padres, mientras la madre busca algún pariente soltero, pero lo suficientemente adulto como para ayudarla en su trabajo o para que cuide a los niños más chicos (En caso de no tener a nadie, puede contratar a una criada). Finalmente, una vez que una mujer tiene nietos, ella puede ayudar a cuidarlos, transformándose en un gran apoyo. Sólo aquellos hombres que son propietarios de mucha tierra y dinero, son los que actualmente pueden tener más de una esposa, pues debemos recordar que debe mantenerlas y proporcionarles techo. Debe además entenderse que los matrimonios no se hacen por amor o atracción como en occidente, sino que su finalidad tiende a continuar el linaje y formar una sociedad familiar-comercial, donde todos trabajen por el bienestar común.
a las distintas parejas de casados o de hombre y esposas, pues llevarán ropas confeccionadas con la misma tela. A veces también el uniforme, puede extenderse a todo el grupo familiar, incluyendo a los hijos.
Un matrimonio sin hijos es considerado un fracaso, dicha pareja es desafortunada y se piensa que fue castigada por las divinidades. Los hijos en nuestra tradición son sinónimo de alegría, bendición, continuación del linaje a través del cual vuelven constantemente nuestros Antepasados para seguir con sus destinos en el Mundo; pero además los hijos son quienes en un futuro cuidarán de nosotros, del hogar y continuarán con las tradiciones cuando seamos viejos. Aquel hombre o mujer que viene al mundo y no deja su semilla, no cumple con sus Antepasados, pues no permite que éstos pueden encarnar nuevamente en un niño, es como un árbol frutal que no da frutos o un río seco.