martes, 14 de julio de 2015

LAS RAÍCES DE LA INJUSTICIA




LA INJUSTICIA DUELE

EN 2010, Michael salió de una prisión de  Texas (Estados Unidos) tras purgar una condena de veintisiete años por una violación que no cometió. Las pruebas de ADN —que no existían cuando fue sentenciado— demostraron su inocencia. Y aunque las autoridades lograron identificar a los verdaderos culpables, no fue posible procesarlos debido a que había transcurrido demasiado tiempo y el delito había prescrito.
No son pocos los delincuentes que evaden la justicia. En Gran Bretaña, por ejemplo, "los casos de asesinato no resueltos se han duplicado en la última década, lo cual hace temer que la policía y los tribunales sean incapaces de frenar los crímenes violentos", informa el periódico The Telegraph.
En agosto de 2011, la policía británica apenas pudo controlar otro tipo de delito: los disturbios en Birmingham, Liverpool, Londres y otras ciudades. Turbas violentas provocaron incendios, destrozaron escaparates y se entregaron al saqueo destruyendo negocios, hogares y vehículos, así como el medio de vida de multitud de personas. Aunque en el caso de muchos el motivo fue codicia pura, en el de otros fue más una reacción ante lo que consideraban injusticias. Algunos comentaristas hablaron de jóvenes frustrados y "marginados" que han crecido en barrios pobres y no tienen futuro.
Job, el conocido personaje bíblico, se lamentó: "Sigo clamando por ayuda, pero no hay justicia" (Job 19:7). También hoy la gente reclama justicia, pero a menudo sus clamores caen en oídos sordos. ¿Existe alguien capaz de eliminar la injusticia? ¿O será ilusorio esperar que haya un mañana más justo? Si queremos una respuesta convincente, debemos examinar las raíces del problema.


Las raíces de LA INJUSTICIA
HACE casi dos mil años, la Biblia pintó un  cuadro extraordinariamente preciso de
la situación social de nuestra época. Predijo: "En los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, [...] desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, [...] sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios" (2 Timoteo 3:1-4).
¿Quién puede negar que estos malos rasgos se han convertido en el pan nuestro de cada día? Se perciben en la codicia, los prejuicios, las actitudes antisociales, la corrupción y la extrema desigualdad, características propias de los tiempos actuales. Analicémoslas una a una.

LA CODICIA. Hay quienes dicen que la codicia es buena. Pero es mentira: hace mucho daño. La codicia suele ser la causa de numerosos fraudes contables y financieros, así como del otorgamiento y adquisición irresponsable de préstamos. Y los resultados —entre ellos graves quebrantos económicos— afectan a muchas personas. Es cierto que algunas han caído víctimas debido a su propia codicia, pero también hay gente honrada y trabajadora que ha perdido hasta sus hogares y pensiones.
LOS PREJUICIOS. La gente prejuiciada juzga injustamente a otros e incluso los discrimina por su raza, color de piel, sexo, nivel social o religión. Por ejemplo, un comité de la ONU descubrió que en cierto país de Sudamérica, una mujer encinta murió en un hospital debido a que en otro la habían rechazado por motivo de su raza y clase social. En casos extremos, el prejuicio ha producido las peores injusticias: los genocidios y las limpiezas étnicas.
LAS ACTITUDES ANTISOCIALES. Una sinopsis del libro Handbook of Antisocial Behavior (Manual de conductas antisociales) señala: "Cada año, las conductas antisociales desgarran a decenas de miles de familias, arruinan cientos de miles de vidas y destruyen millones de dólares en bienes. La violencia y la agresividad se han vuelto tan comunes en nuestra sociedad que no cuesta trabajo imaginar a los historiadores del futuro llamando a nuestra época —la parte final del siglo xx—, no la 'era espacial' ni la 'era de la información', sino la 'era antisocial', cuando la sociedad se declaró la guerra a sí misma". Lamentablemente, desde que se publicó el libro en 1997, la situación no ha mejorado en absoluto.


LA CORRUPCIÓN. Un informe sobre la corrupción en Sudáfrica mencionó que se desconoce el paradero de más del 81% de los 25.200 millones de rands (4.000 millones de dólares de aquella época) asignados en un período de siete años a uno de los departamentos provinciales de salud. "Los recursos que debieron haberse empleado para el mantenimiento de hospitales, clínicas y centros de salud de la provincia" no llegaron a su destino, informó la revista The Public Manager.

LA DESIGUALDAD EXTREMA. Según la revista Time, en Gran Bretaña "casi el 30% de los ingresos generados en el país en 2005 fue a parar al bolsillo del 5% más rico de la población"; al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, "el 5% más rico se embolsa más del 33%" . Mientras tanto, hay 1.400 millones de personas en el mundo que subsisten con 1,25 dólares diarios o menos, y cada día mueren 25.000 niños por culpa de la pobreza.
¿Hay remedio?
En 1987, el entonces primer ministro de Australia dijo que para 1990 no habría ningún niño pobre en el país. Sobra decir que el objetivo nunca se alcanzó. De hecho, tiempo después el funcionario lamentó haber creado esa expectativa.
Así es: no importa cuán poderoso, rico o influyente sea alguien, no deja de ser un simple ser humano, incapaz de eliminar la injusticia. Incluso los más poderosos sufren injusticias, envejecen y mueren. Esta realidad nos recuerda dos pasajes de la Biblia:
"No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso." (Jeremías 10:23.)
"No cifren su confianza en nobles, [..] a [quienes] no pertenece salvación alguna." (Salmo 146:3.)
Si reconocemos la verdad de esas sabias palabras, no nos desilusionaremos cuando fracasen los esfuerzos del hombre. ¿Qué queda, entonces? ¿Darse por vencido? De ningún modo. Como veremos en el artículo final de esta serie, a las puertas está un mundo verdaderamente justo. Y mientras llega, hay algo que podemos hacer: autoexaminarnos. Pregúntese: "¿Puedo tratar con más justicia a los demás? ¿Hay campos en los que pudiera mejorar?". El próximo artículo ahondará en estas cuestiones.


El secreto para ser más justos: 
NUESTRO Creador quiere vernos felices; quiere que disfrutemos de paz interior y que contribuyamos a la felicidad de quienes nos rodean. Por eso nos pide "ejercer justicia y amar la bondad" (Miqueas 6:8). ¿Cómo podemos hacerlo? Cultivando cualidades que contrarresten las actitudes injustas. Veamos la ayuda que nos ofrece la Biblia. CÓMO ARRANCAR DE RAÍZ LA CODICIA. El antídoto más eficaz contra la codicia es el amor: no la simple emoción o la atracción romántica, sino un amor sacrificado. Ese "amor es [...] bondadoso" y "no busca sus propios intereses", dice 1 Corintios 13: 4, 5. Tampoco se limita a los familiares y amigos. "Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene?", preguntó Jesús, para luego agregar que aun los pecadores aman a quienes los aman (Mateo 5:46, La Biblia Latinoamérica, 2011). 

CÓMO VENCER LOS PREJUICIOS. Hechos 10: 34, 35 dice que "Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto". Él no se deja llevar por la raza, el nivel social o el sexo para otorgar la salvación. Para él "no hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni varón ni hembra" (Gálatas 3:28). Imitando a Dios venceremos los prejuicios. Veamos el caso de Dorothy, de Estados Unidos. A Dorothy, que es de raza negra, le molestaba tanto la discriminación que planeaba unirse a una insurrección armada cuyo objetivo era aliviar el sufrimiento y la opresión que padecía su raza. Sin embargo, por aquel entonces asistió a una reunión sobre victimas de la opresión y quedó muy impresionada por la calurosa bienvenida que le dieron tanto blancos como negros. Allí comprendió que el único capaz de transformar a la gente desde dentro es Dios. Al sentir el amor sincero de personas que habian pasado por sus mismas circunstancias —personas a las que, en sus palabras, "habría matado sin dudarlo por la causa"—, se conmovió tanto que no podía parar de llorar. 

CÓMO SUPERAR LAS ACTITUDES ANTISOCIALES. Antes de aceptar el cristianismo, algunos de los primeros discípulos de Jesús habían sido borrachos, extorsionadores, parranderos e injuriadores. Sin embargo, con la ayuda de Dios, lograron sustituir esas características indeseables por el amor, la amabilidad y la bondad (1 Corintios 5:11; 6:9-11; Gálatas 5:22). Del mismo modo hoy día, millones de personas han mejorado sus vidas acercándose a Dios, como lo confirma el caso de Firuddin, que vive en Azerbaiyán.
Firuddin creció en un orfanato, donde se pasaba todo el tiempo peleando con otros niños. De adulto se hizo instructor de combate cuerpo a cuerpo. "Era áspero, cruel y violento —comenta—. Si a la hora de la comida a mi esposa, Zahra, se le olvidaba algo, incluso un palillo, la golpeaba. Y si íbamos por la calle y un hombre la miraba, lo golpeaba a él."
Cierto día leyó que Jesús había pedido a Dios que perdonara a los soldados que lo clavaron en un madero, y le llegó al corazón (Lucas 23:34). "Solo el Hijo de Dios podría hacer eso", pensó. A partir de entonces, comenzó a buscar a Dios. Cuando se esmeró en despertar su parte mas espiritual desechando cualquier sentimiento de venganza , y su personalidad no tardó en mejorar. Fue tal su transformación que su esposa empezó a animarlo y motivarlo para que desechara cualquier sentimiento de odio o venganza,unidos ambos en una misma causa, Actualmente, ambos viven  en armonía y en pleno crecimiento espiritual.
Es obvio que los cambios que hagamos a nivel personal no revolucionarán a la sociedad. Pero ¿qué tal si Dios se propusiera traer un mundo nuevo, verdaderamente justo? Él sí tiene el poder de hacerlo. Además, piense en esto: en 2 Timoteo 3:1-4, el pasaje citado al inicio del artículo anterior, vimos que Dios predijo con exactitud cómo sería la gente de este tiempo, y dicha predicción se ha cumplido al pie de la letra, así como muchas otras profecías bíblicas. De modo que no es absurdo tomarse en serio la promesa del Creador de que pondrá fin a la injusticia. Él se encargará de llevar a cabo su propósito, como veremos a continuación.
"Me enfermaban el racismo, las guerras, la pobreza y las demás injusticias —recuerda Heide, que vive en Estados Unidos—. Quería una solución. Participé en el movimiento por los derechos civiles y con el tiempo me afilié a un partido político, pero me di cuenta de que eran incapaces de producir cambios de fondo.
"Sabía que hacía falta algo más radical, y la corriente hippie parecía prometedora. Sin embargo, tampoco cumplió con mis expectativas: vi que muchos de sus miembros estaban más interesados en el sexo, las drogas y el rock and roll que en cambiar el sistema, y caí en una grave depresión. Entonces conocí a una señora con tremendo karma que me hizo comprender que depende de uno mismo encontrar a traves del propio esfuerzo y voluntad,desechar cualquier sensación de resentimiento para así,estar receptivos siempre a los cambios que Dios se propone realizar. Me leyó pasajes como Revelación [Apocalipsis] 21: 3, 4, donde dice que Dios eliminará las lágrimas de sufrimiento y todo lamento, clamor y dolor, el resultado típico de la injusticia. En mi interior me preguntaba si serían ciertas esas promesas.
"Mis dudas se disiparon al leer lo que las Escrituras dicen sobre el poder y el amor de Dios, y al sentir el amor que se tienen entre sí las personas que si se preocupan en descubrir que más alla del odio y el resentimiento hay otra forma de vida a traves de la esperanza e ilusión  de esperar con ansias el cumplimiento de las promesas de Dios."




España
Los periódicos españoles despertaron el 1 de enero de 1959 con cuentos de Navidad, cartas a los Reyes Magos y un dilema: "¿Sonaron o no sonaron las campanadas de la Puerta del Sol?" La mayoría de las emisoras de Madrid no transmitieron las campanadas por un problema de suministro eléctrico. Los acontecimientos en Cuba se detallaban en las páginas interiores, subrayando que el presidente cubano sería el juez Miguel Urrutia. La Revolución compartió páginas con el inminente lanzamiento del primer cohete ruso a la Luna.
El diario popular El Alcázar (ya desaparecido) publicó la historia a cinco columnas: "Barricadas en La Habana para impedir que los rebeldes se apoderen de la ciudad". Al día siguiente, cuando ya se había confirmado la entrada de Castro, tituló: "El anticomunismo es una de las bases del movimiento de Fidel Castro", según declaraciones del ex ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Jorge Mañach, afincado en Madrid. El Alcázar describió las concentraciones de cubanos en Madrid, emocionados por el derrocamiento del régimen en la isla. Asimismo, en una foto del saliente presidente Batista comentó: "Energía, dureza, tenacidad, fuerza".
El diario ABC, el único que sobrevive de aquella época, también publicó una carta de Mañach titulada: "Fidel Castro no es comunista". "Su ideario es el de Martí, puesto, claro está, a la altura de los tiempos, pero dentro de un riguroso esquema democrático", señalaba el intelectual. La portada rezaba: "Fidel Castro promete el pleno restablecimiento de las Garantías Constitucionales". En las páginas interiores incluía declaraciones de Agustina Castro, hermana de Fidel, de paso por Madrid: "Admiro la seguridad que siempre tuvo Fidel de conseguir su sueño con la ayuda de Dios".
Al día siguiente, la publicación destacó una promesa del hermano mayor del líder cubano: "Ramón Castro caminará 200 kilómetros en cumplimiento de una promesa a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre por el fin de la guerra". También reprodujo la primera declaración oficial del Gobierno de Franco: "España desea el restablecimiento de la normalidad en Cuba". Pero, un párrafo más abajo, en un extracto de un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores, el redactor de turno pareció pasar por alto los hechos ocurridos en la isla: "El embajador en La Habana ha comunicado que la colonia española se encuentra sin novedad".



El ejercicio del "Ius Resistendi".

Todo pueblo oprimido tiene derecho a luchar por su libertad, pues el ser libre es un derecho natural de todo ser humano. Nacimos para ser libre, así el Creador nos dejó con libre albedrío: Libertad de optar, de ser, de hacer; Y cada cual será responsable de las consecuencias de sus actos.

Del derecho a ser libre nace el derecho a luchar por serlo. De ahí surge el 'ius resistendi',
( Derecho a la resistencia o a la rebelión ) o, sea, el derecho de los oprimidos a rebelarse contra sus opresores para reconquistar su libertad. El propio Santo Tomas de Aquino en su 'Suma Teológica" y en " De Regime Principum" reconoce y asiente a la resistencia activa de los ciudadanos contra el gobierno opresor. La Declaración de Independencia de los Estados Unidos del 4 de julio de 1776 plantea que " cuando una larga cadena de abusos y usurpaciones, persiguiendo invariablemente el mismo objetivo , manifiesta un designio de reducirlos al despotismo absoluto , es un derecho, es un deber , derrocar tal gobierno, y proveer nuevas guardas para su futura tranquilidad" . Lo que ahí se plantea no es solo un derecho y un deber de los Estadounidenses, sino, también, de toda la humanidad. Es parte del derecho natural insoslayable a ser libres. El preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas reconoce este derecho al señalarlo como el "supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión." La Constitución cubana de 1940 reconocía el "Ius Resistendi" en su artículo 40 expresando que " La legítima resistencia adecuada para la protección de los derechos individuales garantizados anteriormente." El término "resistencia adecuada" nos indica que ha de haber proporcionalidad entre lo conculcado y los medios usados para ello y la forma de acción ciudadana por reconquistar tales derechos.

En Cuba por más de cuatro décadas se entronizó una férrea tiranía totalitaria que silencia la libre expresión, persigue a quien le disienten, encarcela a quienes se les oponen, expulsan a quienes les molesta, excluye a quienes le critican, torturan a quienes no les son dóciles, asesinan a quienes le retan , esclavizan el trabajo del hombre, obligan a la obediencia ciega. Fabrican un nuevo deshumanizado hombre: El "homus sombie": el sueño adorado de todo tirano.

El pueblo cubano es esclavo, y tiene el mismo derecho a ser libre. Libre en su tierra.
Tiene , por tanto, derecho y deber de procurar su libertad. Le asiste el 'Ius Resistendi”.

La lucha por la libertad no puede enmarcarse en un método; su forma es circunstancial y flexible. Depende de las condiciones que en un momento dado se produzcan. Puede ser pacífica o violenta. Las condiciones son las que enmarcan el método, no el método a las circunstancias. No se trata de ser "pacifista" o ser "violento". Se trata de cuales son circunstancias de proporcionalidad respecto a la represión y al modo de ejercer el poder por parte del los opresores. Una represión asentada sobre la violencia de las bayonetas y el terror contra el pueblo requerirá de la acción violenta por parte de los oprimidos. Una dictadura civil demandará el uso de resistencia civil. Contra la tiranía de la Corona Británica tuvo Estados Unidos que usar la violencia. Contra el poder civil del discrimen en los estados sureños, tuvieron los Negros americanos que usar la resistencia cívica y pacífica. También depende de la relación circunstancial de fuerzas. Una lucha violenta sin posibilidad de éxito solo apuntala al dictador. Una debilitada dictadura puede ser derrocada por la vía de la lucha cívica. El desembarco en Bahía de Cochinos sin apoyo aéreo y logístico efectivo y con desproporcionada relación numérica de tropas, afianzó al tirano Castro en el poder. El debilitamiento del régimen Soviético permitió el derribo del Muro de Berlín por el pueblo alemán.

En condiciones normales, frente a una dictadura , mas aun si es totalitaria, ambos métodos no son excluyentes, sino complementarios. Sus respectivas utilizaciones dependerá de cada momento y circunstancia. Renunciar a uno o al otro es limitar, y hasta obstaculizar, el alcance de la meta de ser libres.

Ni pacifista , ni violento, solo se es luchador por la libertad. Se aspira a la libertad , pues en ella va enmarcada la justicia para todos, el respeto pleno a los derecho humanos para todo el pueblo, y la aspiración de que cada ser humano pueda vivir en paz y felicidad en su patria . Pero no hay paz con tiranos, pues la manera de existir de una tiranía es la violencia cruel e indiscriminada. Contra esa violencia ejercida contra el pueblo oprimido, existe el derecho a la legítima defensa del pueblo, que se ejerce por medio de su búsqueda de la libertad, usando el método que mejor acomode la victoria, al amparo del sagrado derecho-deber que los antiguos reconocieron como el "Ius Resistendi"













POR QUÉ TANTA AGRESIVIDAD?



El problema de la agresividad

Un hombre que pidió un sándwich en un restaurante de comida rápida se enfurece porque, según él, tardan demasiado en entregarle la orden. Entonces se mete por la ventanilla, amenaza al empleado, lo empuja contra un mostrador y lo abofetea, tras lo cual toma su sándwich y se va del lugar.


LA AGRESIVIDAD es un componente de  la estructura emocional del ser humano,
como son el amor, la esperanza, la ansiedad, la tristeza o el miedo. Por eso, es normal que todos nos enojemos de vez en cuando. Si se mantiene bajo control, es posible expresar la agresividad de forma equilibrada y productiva; por ejemplo, puede ser provechosa cuando nos impulsa a superar un obstáculo o un problema.
Pero, como lo demuestra el relato del inicio, también tiene su lado oscuro. Hay quienes se enojan con más facilidad, más frecuencia y más intensidad que los demás. Si se los provoca, lanzan ataques verbales o físicos, y la ira termina controlándolos, cuando debería ser al revés. Esa reacción irrefrenable es peligrosa, por lo que se la ha llamado "agresividad problemática".*
Las personas que tienen problemas de agresividad no solo se causan dolor a sí mismas, sino también a quienes las rodean. Incluso la mas trivial de las cuestiones puede provocar un arranque violento con terribles consecuencias. Veamos algunos casos:
Un señor que caminaba con sus amigos por una calle abarrotada de gente recibió un balazo en el cuello porque la bolsa de deporte de uno de ellos rozó a un hombre que pasaba junto a él.
Un muchacho de 19 años que estaba jugando un videojuego violento perdió los estribos y mató a golpes al bebé de once meses de su pareja porque lo hizo perder la partida al tocar la consola.
Otros casos similares en todo el mundo demuestran que cada vez hay más y más personas con problemas de agresividad. ¿Por qué aumenta esta tendencia?
La agresividad es un componente de la estructura emocional del ser humano, por lo que en ocasiones quizás convenga expresarla, pero con moderación. Sin embargo, estos artículos tratan sobre la agresividad problemática, que perjudica nuestra salud emocional, física y espiritual, así como la de quienes nos rodean.




por que tanta agresividad?
LAS causas de la agresividad son complejas.  Incluso los científicos reconocen que no se
entienden del todo. En lo que sí concuerdan los profesionales de la salud mental es en que todos reaccionamos a ciertos "detonantes de la agresividad".
Un detonante puede ser algo que nos frustre o irrite, por lo general una injusticia. Otro puede ser una supuesta ofensa, quizás un insulto o una falta de respeto. Una amenaza imaginaria a nuestra reputación o autoridad también puede desatar la ira.
Claro está, los detonantes varían dependiendo de la persona, la edad, el sexo y hasta la cultura. Incluso varían las reacciones. Hay quienes rara vez se enojan y, cuando lo hacen, se reponen rápidamente, mientras que otros ceden fácilmente a cualquier provocación y se quedan resentidos por días, semanas, meses o hasta años.
Vivimos rodeados de detonantes potenciales. Pero, además, parece que el umbral de tolerancia está disminuyendo. ¿Por qué? Un factor es el espíritu egoísta del "yo primero", típico de nuestros tiempos. La Biblia predijo: "En los últimos días [...] los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, [...] testarudos, hinchados de orgullo" (2 Timoteo 3:1-5). ¿No es cierto que esta lista coincide muy bien con la actitud de la gente en general?
Ese espíritu egocéntrico explica por qué suelen enfadarse las personas cuando no logran salirse con la suya, por ejemplo. Ahora bien, hay otras razones por las cuales va en aumento la agresividad. Veamos algunas.
El ejemplo de los padres
Los padres ejercen una profunda influencia en el desarrollo de la personalidad de sus hijos durante la niñez y la adolescencia. El psicólogo francisco sánchez. Milis señala: "Desde muy temprana edad, los niños aprenden a expresar su enojo siguiendo los modelos que observan a su alrededor".
Si un niño se cría en un ambiente hostil —donde los ánimos se caldean por cualquier insignificancia—, aprenderá a reaccionar de la misma manera ante las dificultades de la vida. Podríamos compararlo con una planta que se riega con agua contaminada. Crecerá, sí, pero no como debiera; incluso podría sufrir daños irreversibles. La hostilidad es como agua contaminada, y los niños que están expuestos a ella tienden a ser agresivos de adultos.

La masificación urbana
En 1800, un 3% de la población mundial vivía en zonas urbanas. En 2008, el número había ascendido al 50%, y para el 2050 se espera que alcance el 70%. Cuantas más personas vivan apiñadas en las grandes urbes, mayores serán los niveles de agresividad y frustración. Por ejemplo, la ciudad de México es una de las metrópolis más pobladas del planeta. Allí, los congestionamientos de tráfico son una de las principales causas de ansiedad. Con dieciocho millones de habitantes y seis millones de automóviles, "bien podría ser la capital con más estrés del mundo", informa un periodista. "El tráfico es tan exasperante que las calles son un polvorín."
La masificación urbana conlleva otras fuentes de estrés, como son la contaminación del aire, el ruido, la escasez de viviendas, los choques culturales y la elevada criminalidad. A mayor tensión, mayor frustración, mayor agresividad y mayores probabilidades de perder la paciencia.



Un futuro económico sombrío
El colapso financiero mundial ha generado estrés y ansiedad por doquier. En 2010, un informe conjunto del Fondo Monetario Internacional y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) declaró: "Se ha estimado que actualmente hay más de 210 millones de personas sin empleo en todo el mundo". Lamentablemente, la mayoría de ellos no cuenta con ningún tipo de asistencia social.
A quienes tienen empleo tampoco les va mucho mejor. La OIT señala que el estrés laboral se ha convertido en una "epidemia mundial". Lorne Curtis, consultor de administración de Ontario (Canadá), comenta: "Las personas temen perder su trabajo y se han vuelto muy pesimistas". El resultado, según él, es que "viven a la defensiva y son más propensas a discutir con su supervisor o sus compañeros".
Los prejuicios y las injusticias
¿Cómo se sentiría si fuera a participar en una carrera, pero solo a usted se le exigiera correr con los pies encadenados? Así es como se sienten millones de personas que sufren prejuicios raciales o de otro tipo. La gente se enfurece cuando se topa con barreras que limitan su acceso al mercado laboral, la educación, la vivienda u otras cosas necesarias para la vida.
Estas y otras injusticias pueden resultar aplastantes y dolorosas. Y aunque es triste decirlo, la mayoría de nosotros ha experimentado esa terrible sensación en algún momento. Hace más de tres mil años, el sabio rey Salomón dijo: "¡Mira!, las lágrimas de aquellos a quienes se oprimía, pero no tenían consuelo" (Eclesiastés 4:1). Cuando abundan las injusticias y no hay alivio, es fácil que el corazón se llene de resentimiento.




La industria del entretenimiento
Se han realizado más de mil estudios para determinar el efecto que tiene en los niños la violencia que se presenta en la televisión y otros medios. James P. Steyer, fundador de Common Sense Media, asegura: "Una generación que se ve expuesta una y otra vez a escenas realistas de violencia extrema crece con más aceptación de la agresividad, menos rechazo a la brutalidad y menos compasión".
Claro, la mayoría de los niños que crecen viendo escenas violentas en la televisión no se convierten en criminales desalmados. Sin embargo, la industria del entretenimiento suele presentar la conducta agresiva como una forma aceptable de reaccionar a los problemas, lo cual ha producido una generación insensible a la violencia.

¿Cómo afectará a sus hijos el que usted ceda a la ira?     
USTED PODRIR TENER
SERIOS PROBLEMAS
SI...
> ... lo saca de quicio hacer fila en el supermercado.
... discute a menudo con sus
compañeros de trabajo.
... a veces no duerme por estar dándole vueltas a los disgustos que tuvo durante el día.
.. se le hace difícil perdonar a
quienes lo han ofendido.
.. pierde los estribos a menudo.
siente vergüenza o remordimiento tras un arrebato de ira.*




La influencia
de espíritus malignos
La Biblia revela una fuerza invisible que inspira gran parte de la agresividad patológica que ha invadido el planeta. Al comienzo de la historia del hombre, una criatura espiritual se rebeló contra el Dios todopoderoso. A esta criatura maligna se la conoce como Satanás, nombre hebreo que significa "Opositor" o "Adversario" (Génesis 3:1-13). Con el tiempo, Satanás convenció a otros ángeles para que se aliaran con él.
Estos ángeles rebeldes, convertidos en demonios o espíritus malignos, han sido confinados a la Tierra (Revelación [Apocalipsis] 12: 9, 10, 12). Y todos ellos tienen "gran cólera", pues saben que les queda poco tiempo. Aunque no podemos verlos, sentimos los efectos de sus acciones. ¿Cómo?
Satanás y sus hordas demoníacas se aprovechan de nuestra tendencia al pecado a fin de incitarnos a tener "enemistades, contiendas, celos, arrebatos de cólera, altercaciones, divisiones, [...] y cosas semejantes a estas" (Gálatas 5:19-21).
Resista el impulso
Después de analizar todas estas dificultades, tensiones y angustias, es fácil entender por qué genera tanta frustración entre la gente el simple hecho de realizar sus actividades cotidianas.
El impulso de responder con agresividad para desahogarse puede ser irresistible. En el siguiente artículo veremos sugerencias que nos ayudarán a no perder el control.




Cómo mantener a raya
la agresividad
HACE más de dos mil años, el filósofo griego Aristóteles usó el término catarsis para referirse a la "purga" o liberación de la ansiedad que se conseguía contemplando en el teatro un drama o una tragedia. En teoría, una vez liberada la tensión, el espectador experimentaría una sensación de alivio psicológico.
A principios del siglo xx, el neurólogo austriaco Sigmund Freud propuso un concepto 
similar. Aseguraba que si una persona reprimía sus emociones negativas, tarde o temprano resurgirían en forma de trastornos psicológicos, como la histeria. Su postura era: más vale desfogarse que reprimir los enojos.
En las décadas de los setenta y los ochenta, los investigadores pusieron a prueba la teoría de la catarsis, pero apenas le encontraron sustento científico. Los descubrimientos llevaron a la psicóloga Carol Tavris a escribir: "Ya es hora de enterrar de una vez por todas la teoría de la catarsis. Las investigaciones no han aportado prácticamente ninguna prueba de que observar escenas violentas (o exteriorizar la ira) elimine los sentimientos de hostilidad".
Otro psicólogo, Gary Hankins, señaló: "Los estudios indican que entrar en catarsis, o 'abrir la válvula de escape', suele dejarlo a uno más tenso que antes". Tal vez los expertos en salud mental nunca lleguen a un acuerdo sobre este tema. Muchas personas, en cambio, han sacado provecho de una fuente distinta de sabiduría: la Biblia.
"Refrena tu enojo"
El salmista David expresó con estas acertadas palabras la necesidad de mantener la ira bajo control: "Refrena tu enojo, abandona la ira; no te irrites, pues esto conduce al mal" (Salmo 37:8, Nueva Versión Internacional). La mejor manera de evitar decir o hacer algo de lo que después nos arrepintamos es no irritamos. Claro, es mucho más fácil decirlo que hacerlo, ¡pero se puede lograr! Veamos tres sugerencias prácticas.
Reduzca la intensidad del enojo
Para apaciguar el enojo, tranquilícese y relájese. Resista el impulso de decir lo primero que le venga a la mente. Si siente que está saliéndose de sus casillas y que va a perder el control, recuerde este consejo bíblico: "El principio de la contienda es como alguien que da curso libre a las aguas; por eso, antes que haya estallado la riña, retírate" (Proverbios 17:14).
Eso fue lo que ayudó a un hombre llamado Jack a dominar su temperamento agresivo. Como su padre era muy dado a las juergas y las peleas, fue desarrollando una personalidad parecida. Él comenta: "Cuando me enojaba, sentía como si me prendieran fuego. Explotaba y comenzaba a gritar y a amenazar con los puños".
Las cosas empezaron a cambiar cuando Jack comenzó a darse cuenta de que por esos derroteros no podia seguir y comenzó con sus estudios espirituales  ¡Y vaya si cambió! En cierta ocasión, un compañero de trabajo lo insultó enfurecido. "Sentí cómo crecía dentro de mí una bola de fuego —recuerda él—. Mi primer impulso fue tumbarlo de un golpe."
¿Cómo logró conservar la calma? Él mismo contesta: "Comencé a orar: `¡Por favor, Señor, ayúdame a no perder los estribos!'. De pronto sentí por primera vez en la vida una paz que me embargó por completo; logré dar media vuelta y marcharme". Jack siguió estudiando la Biblia. Pasó mucho tiempo orando y meditando en pasajes como Proverbios 26:20, que dice: "Donde no hay leña, se apaga el fuego", y finalmente consiguió controlar la ira.
Aprenda a relajarse
"Un corazón calmado es la vida del organismo." (Proverbios 14:30.) Poner en práctica esta verdad elemental de la Biblia mejora la salud emocional, física y espiritual. Comience por aprender técnicas de relajación sencillas para mitigar los sentimientos de ira. Las siguientes técnicas son muy efectivas para combatir la agresividad provocada por el estrés.

Respirar profundo es una de las mejores y más rápidas maneras de disminuir la intensidad del enojo.
Mientras está respirando, repita una palabra o frase que lo ayude a tranquilizarse, como "relájate", "déjalo" o "cálmate".
Tenga un pasatiempo: la lectura, la jardinería, escuchar música o alguna otra actividad relajante.
Haga ejercicio y siga una dieta saludable.

Modifique sus expectativas
Es difícil esquivar por completo los detonantes de la ira, trátese de personas o situaciones. Lo que sí podemos hacer es aprender a controlar nuestras reacciones. Para ello se requiere un cambio de mentalidad.
Quienes tienen expectativas muy elevadas por lo común tienen más problemas de agresividad. ¿Por qué? Porque si algo o alguien no está a la altura de lo que esperan, la frustración y la ira se apoderan de ellos. Una manera de combatir ese espíritu perfeccionista es teniendo presente que "no hay [hombre] justo, ni siquiera uno [...]. Todos se han desviado, todos [ellos]" (Romanos 3:10, 12). Si creemos que nosotros —o cualquier otra persona—podemos ser perfectos, nos encaminamos inevitablemente a la decepción.
No es bueno esperar demasiado, ni de nosotros mismos ni de los demás. Ya lo dice la Biblia: "Todos tropezamos muchas veces. Si alguno no tropieza en palabra, este es varón perfecto" (Santiago 3:2). Así es, "no hay en la tierra hombre justo que siga haciendo el bien y no peque" (Eclesiastés 7:20). De modo que si aparentamos ser lo que no somos, es decir, perfectos, viviremos frustrados y llenos de rabia.
Todos los seres humanos somos imperfectos, y por eso a veces nos cuesta controlar la agresividad. Sin embargo, cada uno puede decidir cómo expresará su enojo. El apóstol Pablo aconsejó a sus hermanos cristianos: "Estén airados, y, no obstante, no pequen; que no se ponga el sol estando ustedes en estado provocado" (Efesios 4:26). Así es, si mantenemos nuestras emociones bajo control, podremos expresarlas de manera constructiva, para beneficio de todos.


¿Cómo hacer las paces?

REFIRIÉNDOSE a los seres humanos, la Biblia declara: "Todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios" (Romanos 3:23). Es de esperar que entre los más de siete mil millones de personas imperfectas del planeta surjan choques. Ahora bien, ¿cómo podemos hacer las paces cuando llegamos a tener problemas con alguien?
La Biblia, un libro con consejos muy prácticos, afirma que nuestro Creador, es "el Dios de la paz" (Hebreos 13:20; Salmo 83:18). Él desea que sus criaturas terrestres disfruten de relaciones pacíficas, e incluso nos ha puesto el ejemplo. Al pecar, Adán y Eva arruinaron la relación de la humanidad con Dios. No obstante, Jesús tomó de inmediato las medidas necesarias para reconciliarse con su creación humana (2 Corintios 5: 19). A continuación veremos tres consejos que nos da la Biblia para reconciliarnos con los demás.
Perdonar sin reservas
¿Qué dice la Biblia? "Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jesús los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes." (Colosenses 3:13.)
¿Cuál es la dificultad? Quizás usted tenga una verdadera "causa de queja" y crea que la relación con el ofensor merece terminar. O tal vez piense que este debe pedirle perdón primero. Pero ¿y si dicha persona no sabe que lo ha ofendido o considera que usted es quien lo ha lastimado? En ese caso, el problema quedará sin resolver.
¿Qué hacer? Siga el consejo bíblico de perdonar sin reservas, en especial si la falta no fue grave. A fin de cuentas, si Dios llevara un re gistro de nuestros errores, ¿quién podría dar la cara ante él? (Salmo 130:3.) La Biblia dice que "Jesús es misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa. Pues él mismo conoce bien la formación de nosotros, y se acuerda de que somos polvo" (Salmo 103:8, 14).
Fíjese también en este proverbio bíblico: "La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera, y es hermosura de su parte pasar por alto la transgresión" (Proverbios 19:11). La persona perspicaz ve más allá de las apariencias, es capaz de discernir la razón por la que alguien dice o hace algo poco amable. Pregúntese: "¿Por qué me trataría así? ¿Estaría bajo presión, o quizá tenía cansancio o algún malestar?". Identificar los verdaderos sentimientos y motivos, así como las circunstancias del ofensor, podría templar su indignación y ayudarle a pasar por alto las faltas.
Hablar con el ofensor
¿Qué dice la Biblia? "Si tu hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta entre tú y él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano." (Mateo 18:15.)
¿Cuál es la dificultad? Las emociones negativas —como el temor, la ira y la vergüenza— pudieran impedirle que aborde al implicado para resolver la situación. Además, es posible que usted se sienta tentado a buscar apoyo contando a otros lo sucedido, lo cual probablemente avivará y agrandará el problema.
¿Qué hacer? Si la ofensa es grave y usted cree que es imposible pasarla por alto, hable con el implicado. Al tratar el asunto, procure hacerlo de la siguiente manera:
1) Lo más pronto posible. No deje las cosas para después. De otra forma, el problema podría agravarse. Ponga en práctica el siguiente consejo de Jesús: "Si estás llevando tu dádiva al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu dádiva allí enfrente del altar, y vete; primero haz las paces con tu hermano, y luego, cuando hayas vuelto, ofrece tu dádiva" (Mateo 5: 23, 24).
2) En privado. Resista la tentación de contar a los demás lo que ocurrió. Proverbios 25:9 aconseja: "Defiende tu propia causa con tu semejante, y no reveles el habla confidencial de otro".
3) Calmadamente. Reprima la tendencia a analizar quién tiene la razón. Su objetivo es hacer las paces, no ganar la pelea. En vez de usar la palabra tú, procure hablar en primera persona. Por ejemplo, decir: "Me siento mal porque..." puede dar mejores resultados que decir: "¡Tú me hiciste sentir mal!". La Biblia declara: "Sigamos tras las cosas que contribuyen a la paz y las cosas que sirven para edificación mutua" (Romanos 14:19).
Ejerza gran paciencia
¿Qué dice la Biblia? "No devuelvan mal por mal a nadie. [...] `Si tu enemigo tiene hambre, aliméntalo; si tiene sed, dale algo de beber'." ( Romanos 12:17, 20.)
¿Cuál es la dificultad? Si en el primer intento no consigue hacer las paces, probablemente usted se desanime y quiera tirar la toalla.
¿Qué hacer? Sea paciente. El temperamento y el nivel de madurez varían en cada caso. A algunos quizá les toma tiempo calmarse, y otros todavía están aprendiendo a desplegar cualidades cristianas. Siga mostrando amor y bondad.
recuerde que la vida no es tan complicada depende según cuales sean sus objetivos o prioridades y suele ser el propio hombre quien sufre la tendencia a complicarse aúnque despues acabe lamentandolo




cultivarseescrecer Chanel