viernes 30
S. Ignacio de
Loyola, m.o.
Fabio; Germán
de Auxerre; Juan
Colombini
XVII del TO.
1ª del salterio
Lev 23,1.4-11.15-
16.27.346-37 /Sal
80 / Mt 13,54-58
Mateo 14,1-12
En aquel tiempo, oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus ayudantes: «Ese es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso los poderes actúan en él». Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista». El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.
La admiración de la sencillez
Jesús comienza a causar sensación: «¿de donde le viene la sabiduría?», se preguntan sus paisanos. Poco a poco, Jesús va desgranando lo que bien pudiéramos llamar «la sabiduría de los sencillos», es decir, aquella hermosa visión de una vida que tiene un inmenso valor para todos. ¿Por qué algunos van a quedar excluidos? ¿Por qué la salvación no les va a llegar a todos? La «fuerza del Espíritu» se va abriendo paso. Y así, los últimos comienzan a ser los primeros, más considerados, mejor atendidos. A pesar de todo, no acaban de fiarse y la «desconfianza» cundía entre etlos.
Señor, será la unión contigo, la fuerza de la gracia, tu ayuda constante junto a nosotros, la que nos haga avanzar constantemente. En nuestras manos está el abrimos a esa gracia y acogerla con toda ilusión y esperanza.