sábado, 8 de agosto de 2015

PALABRA Y VIDA: SABADO 08/08/2015






Sabado

Sto. Domingo de
Guzmán, m.o.
Altman; Ciriaco;
Juana de Aza



XVIII del T.O.
2° del salterio
Dt 6,4-13 /Sal 17/
Mt 17,14-20



                                  Mateo 17, 14-20

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas: «Señor, ten compasión de mi hijo que lene epilepsia y le dan ataques: muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo». Jesús contestó: «¡Generación perversa e infiel! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo». Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño. Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: «¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?». Les contestó: «Por vuestra poca fe. Os aseguro que, si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible».



La grandeza de la fe

De nuevo, en esta escena, los sentimientos humanos. Aquel padre que pide con fuerza «compasión para su hijo enfermo». Jesús, escuchándole, cura al niño. Y a sus discípulos les ofrece una nueva lección para que comprendan la grandeza de la fe. ¡Cuántas y qué hermosas las definiciones que se nos ofrecen sobre la fe! «Tener fe no es solo creer en Dios, sino creer que Dios me ama», decía el Abbé Pierre. Y aquellas hermosas palabras de Benedicto XVI: «No son las ideologías las que salvan el mundo sino solo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad. ¿Qué puede salvarnos sino el amor?». Cuando la fe en Jesús es verdadera y fuerte derriba «las montañas» de las creencias raras y de las seguridades supersticiosas. «Nada os sería imposible», nos dice el Señor.



Señor, aumenta nuestra fe. Aumenta nuestro amor hacia Ti, nuestra escucha de tu Palabra, nuestra esperanza en tu gracia, en tus dones, en tu poder salvador de nuestras pequeñas o grandes derrotas, o muertes, o fracasos de todo tipo. No nos dejes caídos sobre el asfalto.






 
                                           

viernes, 7 de agosto de 2015

PALABRA Y VIDA: VIERNES 07/08/2015





viernes 7

Sixto y comp. /
S. Cayetano, m.I.
Alberto de Trapani; 
Jordán Forzaté

XVIII del T.O. 
2° del salterio
Dt 4,32-40 / Sal 76/
Mt 16,24-28



                                  Mateo 16,24-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del hombre con majestad».



Pinceladas del seguimiento a Jesús
Con sencillez, con profundidad, Jesús plantea uno de los grandes temas: el del seguimiento de su vida y de sus caminos. Primero, la libertad: «el que quiera venirse conmigo...»; segundo, «hay que cargar con la cruz», será un seguimiento duro, hasta la muerte; tercero, una infinita esperanza por el gran premio, más allá de las posesiones y honores humanos. Y nos lanza esa pregunta que sirvió de argumento a san Ignacio de Loyola, en sus diálogos con san Francisco Javier: «¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?». Jesús nos traza su camino que tiene un estilo especial: la entrega a su Persona, el amor a Dios y al prójimo, el dolor que conlleva la defensa de los valores divinos y humanos: la defensa de la verdad, la implantación de la justicia, la solución de los problemas para que brote la paz verdadera.


Jesús fue definido como un ser para el Otro, un ser para los demás. La comunión, la comunicación, la apertura lo definen por sí mismo. Comunión con el Padre, comunión con los hermanos y hermanas. En la oración, en la misericordia, en el perdón, en la denuncia de toda marginación o privilegio.









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