viernes, 14 de agosto de 2015

TEMÁTICA SOCIAL: LOS JOVENES PREGUNTAN

 LOS
JÓVENES PREGUNTAN

¿Por qué no me dejan
salir a divertirme?
Para Allison,* que vive en Australia, los lunes en la escuela se han convertido en una auténtica tortura.
Ella explica por qué: "Es que todas mis amigas cuentan las cosas tan increíbles que hicieron en el fin de semana: que fueron a un montón de fiestas, que se besaron con no sé cuántos chicos, que hasta las persiguió la policía... ¡les pasa de todo! Además, vuelven a su casa a las cinco de la mañana, y sus padres no les dicen nada. Cuando ellas salen, hace rato que ya tengo que estar acostada.
"Claro, después de contarme lo que hicieron ellas. me preguntan qué hice yo. ¿Que qué hice? Ir a mis reuniones cristianas y predicar. ¡Diversión cero! La verdad, prefiero decirles que no hice nada. Pero entonces me preguntan que por qué no fui con ellas.
"Y el problema no es solo los lunes. El martes llegas a clase, y ya están todos hablando de lo que van a hacer el fin de semana. Así que no me queda más remedio que sentarme a escuchar mientras me cuentan sus planes. ¡Siempre me lo pierdo todo!"



■ TE OCURRE algo Parecido? 
En tal caso, quizá sientas que tus padres te tienen atado y no te dejan disfrutar de toda la diversión que hay por ahí Es como si estuvieras en un parque de atracciones y no pudieras subir a ninguna. Tal vez digas: "No es que quiera hacer todo lo que hacen mis amigos, pero quisiera pasarlo bien de vez en cuando". Por ejemplo, ¿a dónde te gustaría ir este fin de semana?
a) A bailar
b) A un concierto
c) Al cine
d) A una fiesta
e) A otro sitio
Es normal que quieras divertirte ( Eclesiastés 3:1, 4). De hecho, Dios desea disfrutes tu juventud (Eclesiastés 1 Y tus padres también, aunque a veces creas. Eso sí, es muy probable que a les preocupen —y con razón— estas dos cosas:
1) adónde irás, y 
2) con quién.

Digamos que tus amigos te han invitado a salir, pero crees que tus padres no te darán permiso. ¿Qué puedes hacer? La biblia  enseña que uno siempre debe pensar en las opciones que tiene —sean buenas o malas y en las consecuencias de cada una (Deuteronomio 32:29; Proverbios 7:6-23). En este caso, ¿qué opciones tienes?

OPCIÓN A:


SALIR SIN PEDIR PERMISO
Razones: Quieres que tus amigos vean que puedes hacer lo que te da la gana. Crees que sabes más que tus padres o no te importa mucho lo que opinen (Proverbios 15:5).
Consecuencias: Tus amigos verán que no eres muy confiable que digamos. Si engañaste a tus padres, también los engañarás a ellos cuando te convenga. Y si tus padres se enteran, sentirán que los has traicionado y puede que no te dejen salir por una buena temporada. Desde luego, actuar a sus espaldas sería una estupidez (Proverbios 12:15).
OPCIÓN B:

NI PEDIR PERMISO NI SALIR Razones: Ves que lo que tus compañeros van a hacer ese día está en contra de tus principios o que no te conviene juntarte con algunos de ellos (1 Corintios 15:33; Filipenses 4:8). También puede ser que tengas muchas ganas de ir, pero no te atrevas a pedir permiso.
Consecuencias: Si no vas porque sabes que no estaría bien, te será más fácil responder que no a tus amigos. Pero si no vas simplemente porque no te atreves a preguntar, acabarás en casa amargado y pensando que eres el único que se muere de aburrimiento.
OPCIÓN C:

PEDIR PERMISO... Y VER QUÉ PASA
Razones: Entiendes que tus padres tienen autoridad sobre ti y respetas su opinión (Colosenses 3:20). Los quieres tanto que no deseas hacerles daño saliendo a escondidas (Proverbios 10:1). Además, sabes que cuando les pidas permiso, tendrás la oportunidad de explicarte.
Consecuencias: Tus padres verán que los quieres y los respetas. Y si tu petición es razonable, tal vez te permitan ir.
■ Mis padres confían en mí porque saben con quiénes salgo, y les he demostrado que soy responsable. Y saben que
no tengo ningún problema en irme de una fiesta si veo algo que no me parece bien. Kimberly

No siempre te darán permiso
Pero ¿y si pides permiso y no te lo dan? 
Hay que admitir que sería frustrante. En tal caso, algo que te servirá de consuelo es ponerte en su situación. ¿Cómo? Para entenderlo, analicemos algunos motivos por los que podrían decirte que no.
Porque tienen más experiencia.
¿Dónde prefieres nadar: en una playa con socorrista, o en una que no lo tenga? Las playas con socorristas son más seguras. ¿Por qué? Porque mientras estás divirtiéndote en el agua, tal vez no veas los peligros que te rodean. El socorrista está en mejor posición para velar por tu seguridad.
Con los padres ocurre lo mismo: ellos tienen más experiencia que tú en la vida y están en mejor posición para protegerte de peligros que quizá no veas. Al igual que un socorrista, su objetivo es cuidarte, no impedir que te diviertas.
Porque te quieren mucho. Tus padres sienten la necesidad de protegerte. A veces les será posible decirte que sí, pero a veces no les quedará otra que decirte que no. Piensa que cuando les pides permiso para salir, ellos saben que tendrán que vivir con las consecuencias de su respuesta, y te quieren tanto que solo te darán permiso si están razonablemente seguros de que no te ocurrirá nada malo.

Porque les falta Información. Los buenos padres prefieren no correr riesgos. Si no comprenden bien lo que les estás pidiendo o si les falta información importante, no te extrañes de que la respuesta sea: "No".
Cómo aumentar las posibilidades de que te den permiso
Sigue estos cuatro consejos:
Sé honrado. Para empezar, sé honrado contigo mismo. ¿Por qué quieres ir? ¿De verdad te entusiasma el plan, o es para caerles bien a tus compañeros? ¿Acaso va a ir alguien que te gusta? También debes ser honrado con tus padres. Ellos tuvieron tu edad y te conocen de sobra, así que al final terminarán descubriendo tus motivos. Si les dices la verdad, seguro que te lo agradecerán y te darán buenos consejos (Proverbios 7:1, 2). En cambio, si notan que no estás siendo honesto, no confiarán en ti y difícilmente te darán permiso.
Busca el momento. En lugar de preguntarles en cuanto vuelvan de trabajar o cuando estén ocupados con alguna cosa, espera a que estén más tranquilos. Eso sí, tampoco esperes al último minuto. No les agrada rá verse obligados a decidir de forma apresurada. Si eres considerado y se lo pides con tiempo, lo tomarán en cuenta.

Dales información. 
Explícales con claridad lo que quieres hacer. Dales detalles. Por ejemplo, si te preguntan quiénes van a ir, si habrá algún adulto responsable o a qué hora volverás, no te limites a responder: "No sé". Eso nunca funciona.

Cuida tu actitud. 
Mira a tus padres como parte de tu equipo, y no como rivales. Así no te pondrás a la defensiva, y ellos se mostrarán más dispuestos a escucharte. Y si te dicen que no, pídeles con respeto que te expliquen por qué. Supongamos que no te dejan ir a un concierto. Pues trata de averiguar qué es lo que no les parece bien: el artista, el lugar de la actuación, los que irán contigo, el precio... Ah, y ni se te ocurra replicar: "¡Nunca confían en mí!", "¡Pero si va todo el mundo!" o "¿Por qué mis amigos pueden y yo no?". Si les demuestras que eres maduro y respetas su decisión, ellos te respetarán a ti. Y es probable que, aunque ahora te digan que no, la próxima vez te digan que sí.



¿POR QUÉ NO LES PREGUNTAS
A TUS PADRES?
¿Te gustaría saber qué opinan tus padres de que salgas con tus amigos? Pues solo hay una manera de averiguarlo. Piensa en cuándo sería un buen momento para pedirles que te expliquen lo que les preocupa sobre este tema.



recuerda que nunca me cansaré de invitarte a participar de este blogg donde cuidamos mucho de tus opiniones y donde ante todo se respeta LA LIBERTAD DE EXPRESION ........saludos y muy buenos dias!!.........siguenos por googles!!

jueves, 13 de agosto de 2015

PALABRA Y VIDA: JUEVES 13/08/2015



jueves 13
Stos. Ponciano e
Hipólito, m.l.
Casiano; Máximo;
Benildo Pedro
Romainon; Centola




XIX del T.O.
3° del salterio
Jos 3,7-10a.11.13-
17 /501113A / Mt
18,21-19,1


                            Mateo 18,21-19,1


En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?». Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo". El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes". El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré". Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?". Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano». Cuando acabó Jesús estas palabras, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

Señor, perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden... Es el perdón una de Ias grandes monedas del amor, de la reconciliación, del entendimiento entre todos nosotros. Sin perdón, resulta imposible el abrazo de verdad, el que nos une y nos transforma.



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