martes, 25 de agosto de 2015

PALABRA Y VIDA: MARTES 25/08/2015





Martes 25
S.luis de francia
/ S. José de
calasanz, m.l.
Ginés de Arles;
Tomás de Hereford



XXI del TO.
1° del salterio
1Tes 2,1-8 /Sal 138
/ Mt 23,23-26

                                     Mateo 23,23-26

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, qúe pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad! Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera».


Lo que encierra ese «¡Ay!» de Jesús
Son los lamentos de Jesús, las denuncias de Jesús ante lo que sucede: «¡Ay de vosotros, letrados y fariseos!». Jesús se queja y Jesús denuncia. Denuncia el problema del diezmo, que venía a ser como «un impuesto religioso» y oprimía a la pobre gente trabajadora. Jesús denuncia la exigencia escrupulosa de estos impuestos, mientras se olvidaban las exigencias éticas básicas: el derecho, la misericordia y la sinceridad. Jesús denuncia la hipocresía y la falsedad. Hay que cuidar el contenido de nuestras acciones y no quedarnos en el envoltorio que las oculta.

No hay experiencia de Dios sin lucha por la justicia. Para Dios y los que «conocen» a Dios, la «justicia» va más allá de lo humanamente justo. La justicia actúa por el amor de misericordia solidario con los que sufren la injusticia. 





lunes, 24 de agosto de 2015

PALABRA Y VIDA: LUNES 24/08/2015




Lunes 24
S. Bartolomé, f.
Emilia de Vialar;
Audoeno; Bta. Ma
Encarnación Rosal




Oficio de la f
Ap 21,96-14 /Sal
144/ ln 1,45-51

                              Juan 1,45-51

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret». Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?». Felipe le contestó: «Ven y verás». Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?». Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».


Ojalá sepamos presentar a Jesús
Hoy, Felipe nos da una lección cabal al acompañar a Natanael hasta el Maestro. Actúa como el amigo que desea compartir con otro el tesoro recién descubierto: «Jesús, el hijo de José, el de Nazaret». Rápidamente, con ilusión, quiere compartirlo con los demás para que todos puedan recibir sus beneficios. El tesoro es Jesucristo. Nadie como Él puede llenar el corazón del hombre de paz y felicidad. Si Jesús vive en tu corazón, el deseo de compartirlo se convertirá en una necesidad. De aquí nace el sentido del apostolado cristiano. Cuando Jesús, más tarde, nos invite a tirar las redes, nos dirá a cada uno de nosotros que debemos ser pescadores de hombres, que son muchos los que necesitan a Dios, que hay Alguien que puede saciar el hambre de trascendencia, de verdad y de felicidad: Jesucristo.

Señor, ojalá todos nosotros seamos apóstoles, enviados especiales tuyos a la sociedad de nuestro tiempo. Y te presentemos a Ti, primero con nuestras palabras y, enseguida, con nuestro testimonio, con nuestro ejemplo. Muchos te conocerán por nosotros si nosotros sabemos hablar de Ti con el corazón.








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