domingo, 6 de septiembre de 2015

PALABRA Y VIDA: SABADO 05/09/2015



sábado 5
Lorenzo Justiniano;
Obdulia; Bta. Teresa
de Calcuta






XXII del T. o.
2° del salterio
Col 1,21-23 / Sal53
/ Lc 6,1-5

                               Lucas 6,1-5

Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos les preguntaron: «¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?». Jesús les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados, que solo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros». Y añadió: «El Hijo del hombre es señor del sábado».


Lo que importa es el bien
De nuevo nos encontramos con las normas y las observancias legales, a propósito de un hecho que apenas tiene importancia: coger unas espigas para alimentarse. Y, enseguida, la intervención del fariseo: «por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?». La respuesta de Cristo pone en su punto la cuestión, con el ejemplo de David: Jesús tiene más respeto al hambre de la gente que a los panes del altar. A lo largo de todo el evangelio, nos vamos encontrando con la actitud del Señor: la persona y sus problemas, el corazón humano sangrando por las heridas, la oscuridad y las enfermedades que asolan al mundo requieren la atención primera ante observancias que pueden resultar baladíes o con mínima importancia.


Señor, cómo nos reconforta saber que nos miras, que nos quieres, que te preocupas por nosotros, que estás pendiente de nuestras primeras necesidades. ¡Cómo nos entusiasma que nos ames con locura!





viernes, 4 de septiembre de 2015

PALABRA Y VIDA: VIERNES 04/09/2015



viernes 4
Nª Sra. de la Consolación; Rosa
de Viterbo; Moisés; 
Bonifacio I; Rosalía;
Bta. Dina Belanguer





XXII del T.O.
2° del salterio
Col 1,15-20 /Sal 99/
Lc 5,33-39


                                  Lucas 5,33-39

En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber». Jesús les contestó: «¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán». Y añadió esta parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo"».

Cristo nos invita a la felicidad compartida
Cristo nos enseña que en la vida es más importante la felicidad y el disfrute compartido que la simple privación y sacrificio. Por eso, con Cristo todo es nuevo, en metáforas e imágenes atrayentes: la presencia del «novio», el «vino bueno», del que tan hermosamente nos habló Benedicto XVI, el «traje nuevo», los «odres nuevos». Todo es novedad: paisajes alentadores, promesas luminosas. La privación por la privación y el sacrificio por el sacrificio nos pueden convertir en personas rígidas e intransigentes, que se cierran al abrazo como símbolo de compartir nuestros dones, nuestras cualidades y nuestros bienes. La presencia de Dios, el trato con Él, la escucha de su Palabra, ha de llenarnos siempre de gozo y de ternura para derramarlas después, como el buen olor de Cristo, a nuestro alrededor.


Señor, frente a los placeres y goces humanos, Tú nos ofreces la nueva felicidad: la de experimentar tu amor y tu grandeza, la de recorrer tus caminos, la de sentir tu salvación en todo momento, la de sonreír con esperanza.








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