domingo, 6 de septiembre de 2015

PALABRA Y VIDA: DOMINGO 06/09/2015





Domingo 6
Magno; Zacarías






3° del salterio
1s 35,4-7a /Sal 145
/Sant 2,1-5 /Mc 
7,31-37



Isaías 35,4-7
Decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará». Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque, lo reseco un manantial.

Salmo 145
Alaba, alma mía, al Señor

Santiago 2,1-5
Hermanos míos: No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado». Al pobre, en cambio: «Estáte ahí de pie o siéntate en el suelo». Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman?

Marcos 7,31-37
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete». Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».


«Todo lo ha hecho bien»
Brilla en este pasaje un mensaje de palpitante actualidad: el sordomudo puede ser la metáfora de lo que representa en la vida la incomunicación. Jesús viene para solucionar el gravísimo problema de la «incomunicación humana». No nos escuchamos, no nos entendemos, no nos aceptamos, no nos comprendemos. A pesar de tantas noticias como nos desbordan, de tantos soportes técnicos que cada día parecen superarse con el último grito, el problema de la «incomunicación» y de la «desinformación» sigue angustiándonos. Jesús quiere que nuestros oídos estén abiertos a todas las brisas de los mares, a todas las antenas de la tierra. Y quiere, sobre todo, que sepamos escuchar y saborear las noticias más hermosas, las palabras más bellas, las canciones más cautivadoras. Y también el clamor de las víctimas, de tantas víctimas... ¡No olviemos la preciosa biografía de Jesús: Todo lo hizo bien!

Señor, abre mis oídos como abriste los de aquel sordo que, además, no podía hablar, primero para que te escuche a Ti, tus palabras de vida eterna, y enseguida para que la voz del prójimo sea siempre estímulo para seguir caminando en la construcción de un mundo mejor.






PALABRA Y VIDA: SABADO 05/09/2015



sábado 5
Lorenzo Justiniano;
Obdulia; Bta. Teresa
de Calcuta






XXII del T. o.
2° del salterio
Col 1,21-23 / Sal53
/ Lc 6,1-5

                               Lucas 6,1-5

Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos les preguntaron: «¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?». Jesús les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados, que solo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros». Y añadió: «El Hijo del hombre es señor del sábado».


Lo que importa es el bien
De nuevo nos encontramos con las normas y las observancias legales, a propósito de un hecho que apenas tiene importancia: coger unas espigas para alimentarse. Y, enseguida, la intervención del fariseo: «por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?». La respuesta de Cristo pone en su punto la cuestión, con el ejemplo de David: Jesús tiene más respeto al hambre de la gente que a los panes del altar. A lo largo de todo el evangelio, nos vamos encontrando con la actitud del Señor: la persona y sus problemas, el corazón humano sangrando por las heridas, la oscuridad y las enfermedades que asolan al mundo requieren la atención primera ante observancias que pueden resultar baladíes o con mínima importancia.


Señor, cómo nos reconforta saber que nos miras, que nos quieres, que te preocupas por nosotros, que estás pendiente de nuestras primeras necesidades. ¡Cómo nos entusiasma que nos ames con locura!





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