miércoles, 7 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL MIERCOLES 07/10/2015



miércoles 7
Na Sra. del Rosario, m.o.
Justina







XXVII del TO.
3a del salterio
Jon 4,1-11 / 5a185 / 
Lc 11,1-4

                                Lucas 11,1-4

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos». Él les dijo: «Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación"».

La fuerza de la oración



Jesucristo nos enseña a orar, nos introduce en la fuerza de la oración. El pórtico de toda oración ha de ser la «filiación divina»: sentirnos hijos de Dios e invocarle como a nuestro Padre. ¡Cuántas definiciones de la oración! Aquella, tan hermosa, del santo papa Juan Pablo II: «Orar es abandonarse en el abrazo de Dios». O esta otra más cercana de Benedicto XVI: «La oración es la respiración del alma. Si no respiramos, morimos. Si no hacemos oración, no tenemos vida espiritual». La Madre Teresa de Calcuta nos recomendaba: «Ante todo, hay que dedicar tiempo a la contemplación y al silencio, sobre todo, si vivimos en las grandes ciudades, donde todo es agitación. Yo comienzo la oración siempre por el silencio». Orar es sentir el amor de Dios que se derrama en nuestras vidas.


Señor, enséñanos a orar, como enseñaste a tus discípulos. Enséñanos a llamarte Padre y a sentir lo que significa: abandono total en tus brazos infinitos, confianza plena en tus caminos. Y saber que siempre nos esperas para abrazarnos.





PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL MARTES 06/10/2015



Martes 6
5. Bruno, m.i.
Adalberón; Bta. Ma
Ana Mogas







XXVII del T.O.
3º del salterio
Jon 3,1-10 / Sa1-129
/ Lc 10,38-42

                              Lucas 10,38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, .¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano». Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta,
andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; solo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán».

Primero, lo importante
El evangelio nos ofrece el contraste: Marta, que se afana por las actividades domésticas; María, a los pies de Jesús, embobada con su palabra. La queja de Marta encuentra la hermosa sugerencia de Jesús: «Nos preocupamos por muchas cosas, y, a veces, dejamos a un lado las que son realmente importantes y necesarias». Son muchas las personas que llevan en su agenda este precioso eslogan: «primero, lo importante; después, lo urgente». Hoy tenemos un recuerdo especial y una plegaria encendida por todos los que viven su vida en la consagración, en la contemplación, en el silencio y en la paz de los claustros. Especialmente, hoy, para los cartujos.


Señor, primero lo importante: la escucha atenta de tu Palabra, las señales de nuestra vocación y nuestra misión en la vida, la realización de tu voluntad, cada jornada.






cultivarseescrecer Chanel