sábado, 10 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: VIERNES 09/10/2015


viernes
S. Juan Leonardi / 
S. Dionisio, mi. 
Luis Bertrán; Héctor; 
Abrahán, Sara y
Lot; Inocencio de la 
Inmaculada y comp.





XXVII del T.O.
3° del salterio
111,13-15; 2,1-2 / 
Sa19 / Lc 11,15-26



                                  Lucas 11,15-26

En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron: «Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios». Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice: "Volveré a la casa de donde salí". Al volver, se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio».

La batalla de las críticas
Tendremos que librar cada día, en nuestra vida cristiana, la batalla de las críticas, de los diversos pareceres, de las opiniones convertidas en juicios de lo que hacemos, Jesús es criticado por echar un demonio, una acción de bien. No importa. Los que ejercen la crítica nunca se detienen: enjuician nuestras obras, se adentran en nuestras intenciones, calibran nuestro proceder. Cristo responde serenamente, con argumentos sólidos. Así nosotros, hemos de tener la razón a punto en nuestros labios y la cordura en nuestras palabras. La crítica no será contestada sino iluminada. De esta forma, todos seguiremos caminando.







Mirad qué hermoso!!!!

Posted by Rosa Díez on Sábado, 29 de noviembre de 2014

jueves, 8 de octubre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL JUEVES 08/10/2015



jueves 8
Demetrio de 
Tesalónica: Simeón







XXVII del TO
3a del salterio
Ma13,13-20a /Sal 1
/ Lc 11,5-13


                              Lucas 11,5-13



En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos: «Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: "Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle". Y, desde dentro, el otro le responde: "No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos". Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?».


Pedir es sentir a Dios como Padre
A veces se ha cuestionado la oración de petición. ¿Acaso no sabe Dios lo que necesitamos en nuestras vidas? Miremos nuestro corazón: pedir tiene sentido. Es humano que cuando nos vemos en apuros, acudamos a quien nos inspira plena confianza. Alguien ha dicho que en las trincheras no hay ateos. Quizás sea cierto, porque así es la condición humana. La oración de petición tiene un primer fruto para nosotros: nos hace sentir a Dios en nuestro corazón, sobre todo en los momentos de mayor peligro. Nos hace dirigirnos a Dios con la confianza de los hijos hacia su padre. Pedir es orar desde la dificultad, en la seguridad de encontrar consuelo para el corazón.



Señor, en la oración de petición, abrimos el corazón, más que la vida que Tú ya conoces! Te pedimos lo que necesitamos porque te sentimos como Padre de ternuras y bondades! Colocamos a flor de labios la «filiación divina))!






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