lunes, 16 de noviembre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL LUNES 16/11/2015




lunes 16
Sta. Margarita
de Escocia / Sta. 
Gertrudis, m.l. 
Inés de Asís; Otmaro; 
Edmundo Rich; José 
Moscati



XXXIII del TO.
1 a del salterio
1Mac 1,10-15.41-43. 
54-57.62-64 /Sal 
118 / Lc 18,35-43



                               Lucas 18,35-43
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: «Pasa Jesús Nazareno». Entonces gritó: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!». Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!». Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?». Él dijo: «Señor, que vea otra vez». Jesús le contestó: «Recobra la vista, tu fe te ha curado». En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.


No callar nunca ante el Señor
Impresionante escena: aquel ciego, al oír que pasaba Jesús, comienza a gritar, con un acto hermoso de fe: «Jesús, hijo de David, ten compasión de mí»; y aquellos acompañantes del Maestro que quieren obligarle a que se calle, como tantas veces nos ocurre en nuestras vidas, en nuestras oscuridades, cuando escuchamos esa voz que nos dice: «tú, a tu cuneta; tú, a tu oscuridad; tú, a continuar con tu ceguera, a continuar con tu adicción, con tu esclavitud». Son las voces de siempre: por una parte, en aquella ocasión, quieren agradar al Maestro; por otra, en las ocasiones de hoy, quieren agradar al poder. No quieren que hablemos, no quieren que salgamos de nuestra aflicción, de nuestra postración. Además, son voces cambiantes, como las veletas. Cuando Jesús llama al ciego, le dicen: «Ea, venga, que te llama». Esta lección de la escena tiene hoy una palpitante actualidad.

Señor, todos padecemos alguna ceguera: horizontes que no vemos; caminos que no recorremos; personas a las que no hablamos; obligaciones que no cumplimos. Abre nuestros ojos y cura nuestras cegueras.







domingo, 15 de noviembre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL DOMINGO 15/11/2015


domingo 15
Alberto Magno;
Na Sra. de las
Angustias; Leopoldo 
III; Macuto; Didier
lº del salterio





Dan 12,1-3 / 15
/ Heb 10,11-14. 18/ 
Mc 13,24-32





DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA
Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario


                              Daniel 12,1-3
Por aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.


Salmo 15
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.


Hebreos 10,11-14.18
Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.


Marcos 13,24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las  yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre».


El gran anuncio
Se acerca el final del año litúrgico y la Iglesia nos ofrece el gran anuncio de esperanza que Dios nos promete en Jesús: «la instauración del reinado de Dios en la humanidad». Con lenguaje figurado que Marcos toma de los profetas de Israel, el evangelio afirma que la humanización de este mundo se producirá mediante la caída de los grandes imperios opresores. Y se implantará progresivamente la justicia, la igualdad, la solidaridad. Esta página es un hermoso grito de esperanza: saber que la última palabra de la historia la pronuncia Dios; saber que es una palabra de salvación, de misericordia, de plenitud. Y vislumbrar que habrá una justicia para las víctimas, un cielo y una tierra nuevos. «Mis palabras no pasarán», dice el Señor. Por eso, nuestra vida se abre a su Palabra, antorcha de luz para caminar con esperanza.


Señor, confiamos en Ti, nos abrimos a tu Palabra, caminamos de tu mano. No pasa nada. Desaparecerán muchos paisajes pero nos quedará siempre el cielo nuevo, a estreno, para gozar de tu presencia y de tu amor.







cultivarseescrecer Chanel