sábado 5
Mauro; Sabas: Elisa;
Crispina
Iº del Adviento
lº del salterio
1s 30,19-21.23-26,
/Sal 146 /MT
9,35-10,1.6- 8
Mateo 9,35-10,1.6-8
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos, rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. A estos doce los envió con estas instrucciones: «Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis».
Todos somos enviados de Dios al mundo
Hoy contemplamos a Jesús «evangelizando», recorriendo pueblos y aldeas, anunciando el evangelio del reino y curando a los enfermos. Seguimos inmersos en la «Nueva evangelización» —nuevo ardor, nuevos métodos, nuevas expresiones—, según aquellas hermosas palabras de Juan Pablo II. Nuestra tarea tiene como modelo la tarea y el quehacer de Jesús: salir de nuestro escenario y buscar otros paisajes; saber mirar a la gente —«saber mirar es saber amar»—, descubriendo sus problemas, sus preocupaciones, sus pequeños o grandes dramas; mostrar nuestra compasión y nuestra cercanía, sintonizando con los latidos alegres o tristes de sus corazones; y, enseguida, curar sus heridas con el bálsamo de la palabra y de la gracia. En la vocación de los cristianos entra de lleno el apostolado: anunciar el reino de Dios en la besana de la historia, allí donde los hermanos, cercanos o lejanos, sufren y padecen.
Señor, haznos apóstoles, enviados especiales tuyos a la sociedad de nuestro tiempo para que sepamos caminar junto a nuestros hermanos, con la mano extendida, en son de paz, de diálogo, de comprensión y de esperanza.