martes, 8 de diciembre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL LUNES 07/12/2015




lunes 7
S. Ambrosio, m.o. 
Mª Josefa Roselló; 
Eutiquiano






II de Adviento 
2° del salterio
15 35,1-10 /Sal 84/
Lc 5,17-16


Lucas 5,17-26
Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar. Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de 
Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo: «Hombre, tus pecados es-. tán perdonados». Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar: «¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?». Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó: «¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir "tus pecados quedan perdonados", o decir "levántate y anda"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados —dijo al paralítico—: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa». Él, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios. Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor: «Hoy hemos visto cosas admirables».


«Levántate y anda»
Todos somos paralíticos. Alguna zona de nuestro ser, algún ámbito de nuestra persona ha quedado a oscuras o paralizado. Y necesitamos una persona amiga que nos tome en brazos o nos coloque en la camilla para llevarnos al Maestro. ¡Qué gran misión la de los camilleros! De ellos dependen nuestros encuentros. Todos también debemos ser camilleros, atentos a los paralíticos que nos esperan. El Maestro hará lo demás. Escucharemos de sus labios una hermosa invitación con aire de mandato: «Levántate y anda». No lo dudemos, porque Él nos da la fuerza de su gracia. El paralítico del evangelio se marchó rápido a «vivir con alegría» el milagro, dando gloria a Dios. No se paró a hablar sino que empezó a caminar de nuevo.





domingo, 6 de diciembre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL DOMINGO 06/12/2015



domingo 6
Nicolás de Bari;
Pedro Pascual; Bta. 
Carmen Sallés






2° del salterio
Bar 5,1-9/Sal 125 
/ Flp 1,4-6.8-11 / 
Lc 3,1-6



                                  Baruc 5,1-9
Jerusalén, despójate de tu vestido de luto y aflicción y vístete las galas perpetuas de la gloria que Dios te da, envuélvete en el manto de la justicia de Dios y ponte en la cabeza la diadema de la gloria del Eterno, porque Dios mostrará tu esplendor a cuantos viven bajo el cielo. Dios te dará un nombre para siempre: «Paz en la justicia» y «Gloria en la piedad». Ponte en pie, Jerusalén, sube a la altura, mira hacia el oriente y contempla a tus hijos, reunidos de oriente a occidente a la voz del Santo, gozosos invocando a Dios. A pie se marcharon, conducidos por el enemigo, pero Dios te los traerá con gloria, como llevados en carroza real. Dios ha mandado a bajarse a todos los montes elevados y a las colinas encumbradas, ha mandado llenarse a los barrancos hasta allanar el suelo, para que Israel camine con seguridad, guiado por la gloria de Dios. Ha mandado al boscaje y a los árboles aromáticos hacer sombra a Israel. Porque Dios guiará a Israel con alegría a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia.


Salmo 125
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.


Filipenses 1,4-6-8-11
Hermanos: Siempre que rezo por todos vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy. Esta es mi convicción: que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena la llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús. Testigo me es Dios de lo entrañablemente que os echo de menos, en Cristo Jesús. Y esta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores. Así llegaréis al día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, a gloria y alabanza de Dios.



Lucas 3,1-6
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios».


Voces en el desierto
Hoy llega Juan el Bautista, como personaje del Adviento. Se presenta ante nosotros como una voz en el desierto, con una misión clara y definida: «abrir rutas, aplanar caminos, allanar montañas». También nosotros, los'cristianos —pequeñas voces en el gran desierto—, tenemos muchas hondonadas para rellenar, muchos caminos para allanar, muchas montañas para trasladar. Quizá son tiempos difíciles, pero no nos faltarán los medios si contamos con la gracia de Dios. Está claro: seremos precursores en la medida en que vivamos cerca del Señor y amemos el mundo. Como decía un personaje de una novela de Dostoievski: «Amad a toda la creación en su conjunto y en sus elementos, cada hoja, cada rayo, los animales, las plantas. Y amando comprenderéis el misterio divino de las cosas. Y una vez comprendido acabaréis por amar el mundo entero con un amor universal».


Señor, nosotros somos la voz, Tú eres la Palabra. Que no falte nuestra voz a tu Palabra, ni tu Palabra en nuestras pequeñas voces.





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