miércoles, 9 de diciembre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL MIÉRCOLES 09/12/2015




miércoles 9
S. Juan Diego 
Cuauhtlatoatzin,
m.I.
Leocadia; Pedro
Fourier; Narcisa



II de Adviento 
2° del salterio 
Is 40,25-31 /Sal 
102 / Mt 11,28-30



                                    Mateo 11,28-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora, se hace violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo. Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche».



Todos sentimos el cansancio
¡Cuántas veces hemos leído y escuchado estas palabras del Señor, que se preocupa de nuestros agobios y cansancios! Hay tres cansancios que nos acechan siempre: primero, el cansancio físico, las fuerzas que nos faltan con frecuencia, la debilidad que llega a nuestros pasos; segundo, el cansancio psíquico, ese venirnos abajo en forma de desánimo, de desfallecimiento, de desaliento; tercero, el cansancio espiritual, del que ya nos hablaba hace muchos años el papa Pío XII, cuando en una de sus alocuciones prevenía sobre «el cansancio de los buenos». Hay momentos en los que nos sentimos vacíos, en los que nos parece que nada de lo que hacemos tiene sentido. Los tres cansancios se nos van presentando con frecuencia a lo largo de la vida. Por eso, el Señor nos llama a que descansemos con Él, es decir, a que estemos con Él, compartiendo afanes y jornadas. Su presencia, su mirada y su gracia nos proporcionarán el verdadero descanso.



Señor, cuando sintamos la tentación de tirar la toalla, de abandonar el camino, de rendirnos ante la lucha, llámanos y mándanos ir a Ti, para compartir contigo el alimento y la bebida.







martes, 8 de diciembre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL MARTES 08/12/2015



martes
Inmaculada
Concepción, s.
Macario; Ester;
Suceso; Sofronio;
Teódulo




Oficio de las.
Gén 3,9-15.20 / Sal
97 / Ef 1,3-6.11-11
/ Lc 1,26-38



                               Lucas 1,26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su Reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra». Y la dejó el ángel.


María, «sueño realizado» de Dios
Dios tuvo un sueño y creó al hombre. Pero el hombre frustró ese «sueño» de Dios, rompió la amistad con Él y cometió el pecado original. Dios «soñó» de nuevo y decidió enviar a su propio Hijo para salvar a la humanidad. Pensó en una mujer, María, para que fuera la Madre de Jesús. Y la preservó de toda mancha de pecado, desde su concepción. María fue «el sueño realizado» de Dios: se abrió al mensajero, el arcángel Gabriel, que traía el proyecto de Dios sobre su vida; aceptó con entrega total ese proyecto —«Hágase en mí según tu Palabra»—, y lo vivió a lo largo de su vida con fidelidad y encanto. Cada hombre y mujer en la historia somos «sueños de Dios». Ojalá nos convirtamos a lo largo de.nuestra vida en «sueños realizados», viviendo lo que Dios nos pide en cada momento de nuestra existencia. Es fácil: abrirnos a su voluntad, aceptarla y realizarla con ilusión.







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