miércoles, 16 de diciembre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL MIÉRCOLES 16/12/2015



miércoles
Adán de Vienne;
Adelaida; Albina 







III de Adviento 
3° del salterio
1s 45,6b-8. 18.21b-
25 /Sal 84/Lc  
7,19-23











                                       Lucas 7,19-23
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o
tenemos que esperar a otro?». Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron: «Juan, el Bautista, nos ha
mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"». Y en aquella ocasión
Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista. Después contestó a los enviados: «Id a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el que no se escandalice de mí».


¿Qué tenemos que hacer hoy?
Esta es la gran cuestión: explicar y aplicar el evangelio al momento presente, a las circunstancias de la vida. Y esta es la gran pregunta: «¿qué tenemos que hacer hoy?». La gente que acude al río Jordán se la plantea a Juan el Bautista. Y Juan responde taxativamente: «Tres cosas hemos de hacer: primera, compartir; segunda, practicar la justicia; tercera, no dañar a nadie». Respuestas claras y válidas para todos los momentos de la vida. Pero acaso hoy, en este momento de la historia, exista una actitud previa y una primera respuesta a la pregunta: «lo primero que hemos de hacer es ser aquello que decimos ser», o lo que es lo mismo, realizar y plasmar en nuestra vida los contenidos de nuestra misión, de nuestras verdaderas señas de identidad. Y así, si decimos ser cristianos, hemos de actuar cristianamente, en una coherencia y en un testimonio palpitante y luminoso.


Señor, que nuestra confesión de cristianos no quede solo en los labios sino que la mostremos con obras y pase, clamorosamente, a cada acción de nuestra vida.









martes, 15 de diciembre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL MARTES 15/12/2015




Martes 15
María Crucificada di 
Rosa; Urbez; Jacob







III de Adviento
3° del salterio
Sof 3,1-2.9-13 /Sal
33 / Mt 21,28-32




                             Mateo 21,28-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña". Él le contestó: "No quiero". Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor". Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?». Contestaron: «El primero». Jesús les dijo: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis».



La fuerza de las obras
La pequeña parábola aborda el lenguaje de las obras. ¿Dónde está la clave de nuestro proceder cristiano? En la conducta, en los hechos, en las obras. Ovidio nos decía que «las dulces palabras vuelan», pero que «los hechos permanecen». Cristo nos invita a que seamos siempre coherentes y a que pongamos especial énfasis en nuestro modo de actuar, conforme a los criterios evangélicos. Nos lo dirá también en otro pasaje: «por sus frutos los conoceréis». Serán los frutos de nuestras vidas la mejor etiqueta de nuestro cristianismo. El concilio Vaticano II ya nos señalaba que una de las causas del ateísmo en el mundo residía precisamente en la actuación incoherente de los creyentes cristianos. Desgraciadamente, son nuestras obras las que no refrendan nuestra vida, a pesar de tantas palabras, de tantas explicaciones. El testimonio es el principal argumento de nuestras coherencias.


Señor, que nosotros digamos lo que pensamos y hagamos lo que decimos, es decir, que seamos coherentes con el evangelio que proclamamos.






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