miércoles
Adán de Vienne;
Adelaida; Albina
III de Adviento
3° del salterio
1s 45,6b-8. 18.21b-
25 /Sal 84/Lc
7,19-23
Lucas 7,19-23
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o
tenemos que esperar a otro?». Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron: «Juan, el Bautista, nos ha
mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"». Y en aquella ocasión
Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista. Después contestó a los enviados: «Id a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el que no se escandalice de mí».
¿Qué tenemos que hacer hoy?
Esta es la gran cuestión: explicar y aplicar el evangelio al momento presente, a las circunstancias de la vida. Y esta es la gran pregunta: «¿qué tenemos que hacer hoy?». La gente que acude al río Jordán se la plantea a Juan el Bautista. Y Juan responde taxativamente: «Tres cosas hemos de hacer: primera, compartir; segunda, practicar la justicia; tercera, no dañar a nadie». Respuestas claras y válidas para todos los momentos de la vida. Pero acaso hoy, en este momento de la historia, exista una actitud previa y una primera respuesta a la pregunta: «lo primero que hemos de hacer es ser aquello que decimos ser», o lo que es lo mismo, realizar y plasmar en nuestra vida los contenidos de nuestra misión, de nuestras verdaderas señas de identidad. Y así, si decimos ser cristianos, hemos de actuar cristianamente, en una coherencia y en un testimonio palpitante y luminoso.
Señor, que nuestra confesión de cristianos no quede solo en los labios sino que la mostremos con obras y pase, clamorosamente, a cada acción de nuestra vida.