domingo, 27 de diciembre de 2015

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL SÁBADO 26/12/2015





sábado 26
S. Esteban, f.
Dionisio; Zósimo;
Marino





Oficio de la f
He 6,8-10; 7,54-60
/ 30 / Mt
10,17-22








Mateo 10,17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No os fiéis de la gente, porque os entregarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernantes y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará».













El testimonio de san Esteban
Hoy la Iglesia celebra la fiesta de su primer mártir, el diácono san Esteban. Aparecen los contrastes del evangelio: ayer, sentimientos de gozo y de alegría por el nacimiento del Niño Jesús; hoy, en cambio, nos alerta de los peligros: «Guardaos de los hombres que os entregarán a los tribunales y os azotarán» (Mt 10,17). Y es que la fe proclamada ha de pasar a ser la fe vivida y testimoniada. Y, entonces, llegará la réplica de otros valores y la contestación del mundo. Nos fascina la figura de Esteban, en el momento de proclamar la muerte y resurrección de aquel Niño que tenía en Él la vida. Aquel joven se lanza a la discusión con los de la sinagoga, «que no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba» (He 6,10). Y ofrece su testimonio que desemboca en el martirio. Si el cristiano hoy es un testigo de Jesucristo, lo que ha visto con los ojos de la fe, lo ha de decir sin miedo con las palabras más comprensibles, es decir, con los hechos, con las obras.




Señor, danos hoy la fuerza necesaria para proclamar tu presencia y tu Palabra en el ambiente del mundo y en los escenarios de la sociedad. No podemos tallar ante la injusticia, ni ante la falsedad. Tú nos comunicarás lo que hemos de decir en cada momento.








DESDE CULTIVARSE ES CRECER OS DESEAMOS UNAS FELICES FIESTAS

PALABRA Y VIDA: LECTURA DEL VIERNES 25/12/2015




viernes 25
Natividad del 
Señor, s.
Na Sra. de Belén






Oficio de la S. 
Medianoche: Is 9,1-3. 
5-6 / Sal 95/ Tit2,11- 
14 /Lc, 2,1-14. Día: 
Is 52,7-10 /Sal 97/ 

Heb1,1-6/In 1,1-18
(breve: 1,1-5.9-14)






                          



                                       

                                                              Juan 1,1-5,9-14
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibe. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba, el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
                                                                                                                          




¡Feliz Navidad!
Hoy, con la sencillez de los niños, contemplamos el gran misterio de nuestra fe: Dios envía a su Hijo eterno, nacido de la Virgen María, para rescatarnos de la esclavitud del pecado. El apóstol Juan lo explica usando expresiones de gran profundidad teológica: «En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios» (Jn 1,1). Es el vaciamiento de Dios, que se funde con lo humano. Dios omnipotente, sin dejar de ser Dios, ahora es también uno de nosotros. Ha venido a la tierra para devolvernos la condición de hijos de Dios. Pero es necesario que cada uno de nosotros acoja en su interior la salvación que Él nos ofrece, como bien nos lo explica san Juan, «a todos los que lo recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios». ¡Hijos de Dios! Quedamos admirados ante este misterio inefable: «El Hijo de Dios se ha hecho hijo del hombre para hacer a los hombres hijos de Dios», nos dirá san Juan Crisóstomo. Vivimos nuestra «filiación divina» con alegría, con ilusión, con esperanza. ¡Feliz Navidad!






DESDE CULTIVARSE ES CRECER OS DESEAMOS UNAS FELICES FIESTAS

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