sábado 26
S. Esteban, f.
Dionisio; Zósimo;
Marino
Oficio de la f
He 6,8-10; 7,54-60
/ 30 / Mt
10,17-22
Mateo 10,17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No os fiéis de la gente, porque os entregarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernantes y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará».
El testimonio de san Esteban
Hoy la Iglesia celebra la fiesta de su primer mártir, el diácono san Esteban. Aparecen los contrastes del evangelio: ayer, sentimientos de gozo y de alegría por el nacimiento del Niño Jesús; hoy, en cambio, nos alerta de los peligros: «Guardaos de los hombres que os entregarán a los tribunales y os azotarán» (Mt 10,17). Y es que la fe proclamada ha de pasar a ser la fe vivida y testimoniada. Y, entonces, llegará la réplica de otros valores y la contestación del mundo. Nos fascina la figura de Esteban, en el momento de proclamar la muerte y resurrección de aquel Niño que tenía en Él la vida. Aquel joven se lanza a la discusión con los de la sinagoga, «que no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba» (He 6,10). Y ofrece su testimonio que desemboca en el martirio. Si el cristiano hoy es un testigo de Jesucristo, lo que ha visto con los ojos de la fe, lo ha de decir sin miedo con las palabras más comprensibles, es decir, con los hechos, con las obras.
DESDE CULTIVARSE ES CRECER OS DESEAMOS UNAS FELICES FIESTAS