lunes, 30 de mayo de 2016

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 30/05/2016





Salterio 1ª Semana. Tomo III Tiempo Ordinario/9°
Lunes 30 Mayo






Santos FERNANDO III re, Juana de Arco vg,
Matías Mulumba mr, Gabino mr. Beata Matilde Téllez



Papa Francisco: Jesús cuenta esta parábola: Dios dio en herencia un terreno con una viña que hizo con sus manos: el dueño plantó una viña, la rodeó con un cercado, allí excavó un hueco para el lagar y construyó una torre. Y luego dio la viña en alquiler a los campesinos. Es lo que hizo Dios con nosotros: 
Nos dio la vida en alquiler y, con ella, la promesa que vendría a salvarnos. En cambio, esta gente vio aquí un buen negocio, una buena oportunidad: la viña es hermosa, tomémosla, es nuestra. Y, así, cuando llegó el momento de recoger los frutos, fueron los empleados de este señor a retirar la cosecha. Pero los campesinos, que ya se habían adueñado de la viña, dijeron: No, saquémoslos fuera, esto es nuestro. La parábola de Jesús relata precisamente el drama de esta gente, pero también nuestro drama. Esas personas, en efecto, se adueñaron de la Palabra de Dios. Y La Palabra de Dios se convirtió en su palabra. Una palabra según su interés, sus ideologías, sus teologías, a su servicio.
La primera actitud para escuchar la Palabra de Dios es la humildad, porque sin humildad no se puede recibir la Palabra de Dios. Y la segunda es la oración. Las personas de las que habla la parábola, en efecto, no rezaban, no tenían necesidad de rezar: se sentían seguros, se sentían fuertes, se sentían dioses.







PALABRA:
Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos: «Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la
viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a este lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron;
a otros muchos los apalearon o los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido.Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron: -Este es el heredero.Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia".Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros. ¿No habéis leído aquel texto: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?». Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.


ORACIÓN:
2Pedro 1,1-7; Salmo 90,1-2.15-16 • MARCOS 12,1-12
SEÑOR, la parábola va por mí, pero yo no intento echarte mano, sino que reconozco que me dices la verdad de mi vida. ¡Cuántos mimos y cuidados has tenido con la vid de mi fe y de mi vida cristiana, desde que la plantaste en la viña de tu Iglesia por el bautismo, la fortaleces con la eucaristía, la purificas con la penitencia! Y yo, ¿cómo respondo a tu Misericordia? ¡Que jamás me separe de ti la muerte del pecado, que me aleja de la salvación! (Sigue tu oración personal).









MUNDO MÍSTICO YORUBA: MITOS SOBRE EL VALOR DE LO RELIGIOSO




Mitos sobre el valor de lo religioso
Los patakíes más numerosos son aquellos que, de una forma u otra, se refieren a la importancia decisiva de lo religioso en la vida de los individuos y de la comunidad. Estado y religión están íntimamente vinculados. Y en los momentos críticos, por ejemplo en caso de conflicto bélico, la segunda es el fundamento para la preservación del primero. Según un mito, los lucumícs fueron a la guerra con los congos. Idebe fue llamado para dirigirla. Lo primero que hizo fue trasladarse a la casa de Orula y pedirle consejo y éste le mandó que antes de pelear hiciera ebó con tres tambores y tres botellas de otí (aguardiente) y luego se pusiera a la cabeza del ejército lucumí tocando los tambores. Así lo hizo. Los congos, a quienes gustaba mucho el baile, al oir la música en seguida comenzaron a danzar. Idebe los invitó a tomar aguardiente, los emborrachó, los cansó y los congos fueron vencidos. (Entre paréntesis, esa lucha entre lucumíes y congos es un reflejo en el corpus mitológico de la competencia que siempre ha existido y existe en Cuba y en el exilio entre la Regla de Ocha y la de Palo Monte o Mayombe.) Abundan extraordinariamente los patakíes que se refieren al castigo que reciben los impíos, las personas que ignoran la voz de los orichas y se niegan a hacer ebó cuando se les manda. Pudiéramos citar literalmente centenares de ellos. Bastará con un par: Olofi quiso celebrar una fiesta. Para hacerlo necesitaba muchos pescados. Orula había advertido a los peces que hicieran ebó para protegerse. Los peces chicos no obedecieron. Sólo el pez más grande lo hizo con un tablero que se le pegó en la cabeza. Cando Olofi puso el jamo para atrapar los peces, todos los chicos cayeron dentro, mientras que el mayor no pudo entrar porque el tablero que llevaba adherido era demasiado grande. Y de ese modo se salvó. En otro mito, lal vez el más dramático de la serie, un babalao alzó la bandera roja de Changó casi a la misma altura de la bandera del Rey. Cuando éste, encolerizado, le preguntó por qué lo había hecho, el babalao contestó: "Dios me manda a adivinar." "Pues adivina", dijo el Rey. Y el babalao sentenció: "En lo material el reino marcha bien, pero hay un gran vacío espiritual. Hay una gran sombra que oprime el alma de todo el reino... O se le da paso a la espiritualidad o el castigo vendrá, implacable." La cólera enrojeció el rostro de Su Majestad, pues nunca nadie se había atrevido a hablarle de ese modo: "¿Castigarme a Mí? Yo soy quien porta la corona aquí. Llévense a este hombre y ejecútenlo mañana." El Rey tenía una hija muy consentida, al extremo que andaba sola a todas horas del día y de la noche. Pasó por la prisión, vio al babalao preso envuelto en su gran capa roja, y le dijo: "¡ Que capa tan bonita! ¿Me la das?" "Aquí la tienes -dijo el babalao-. Tómala. A mi me ejecutan por la mañana." La muchacha se llevó la magnífica prenda. Y con ella puesta salió de la prisión. Los guardias, confundidos, creyendo que era el babalao que se escapaba, la mataron. Al levantarse el Rey empezó a buscar a su hija queridísima, que no aparecía por todo el palacio. "¿Donde está mi niña linda?" Al enterarse de lo sucedido se desplomó, abrumado por el dolor. El pueblo, entonces demandó justicia. El Rey, con el alma destrozada, sacó al babalao de la cárcel. Admitiendo su error, reconoció "la realidad de la adivinación". Y autorizó a que se alzase la bandera de Changó a la misma altura que la bandera del reino. 















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