jueves, 4 de agosto de 2016

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES 04/08/2016




Tiempo Ordinario/1 8° Salterio 2° Semana. Tomo IV
Jueves 04 Julio








Santos JUAN Mª VIANNEY pb, patrón de los sacerdotes,
Jacinto mr, Rainiero ob mr, Aristarco NT



Papa Francisco: Jesús, tras verificar que Pedro y los otros once habían creído en Él como Mesías e Hijo de Dios, comenzó «a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho..., ser ejecutado y resucitar al tercer día» (16,21). Es un momento crítico en el que emerge el contraste entre el modo de pensar de Jesús y el de los discípulos. Pedro, incluso, siente el deber de reprender al Maestro, porque no puede atribuir al Mesías un final tan infame. Entonces Jesús, a su vez, reprende duramente a Pedro, lo pone «a raya», porque no piensa «como Dios, sino como los hombres» (cf. v. 23) y sin darse cuenta hace las veces de Satanás, el tentador.






PALABRA:
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elias, otros que Jeremías o uno de los profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo».Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que
él era el Mesías. Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte». Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios».


ORACIÓN:
Jeremías 31,31-34; Salmo 50,12-15.18-19 • MATEO 16,13-23

SEÑOR, el Cura de Ars fue tu mayor apóstol en la Francia de su siglo XIX y es patrón de los sacerdotes. Nada me importa, con tal de ser tu amigo, alcanzar tu favor y anunciar con mi ejemplo y mi vida la maravilla de ser amigo tuyo, por tu gran Misericordia. Danos, Señor, en nuestro tiempo, santos sacerdotes que te sigan con la fidelidad y el ardor pastoral de san Juan Mª Vianney. 
(Sigue tu oración personal).







miércoles, 3 de agosto de 2016

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MIÉRCOLES 03/08/2016





Tiempo Ordinario/18° 

Salterio 2° Semana. Tomo IV
Miércoles 03 Agosto






Santos Martín er, Eufronio ob, Pedro ob

Papa Francisco: La petición de la mujer cananea es el grito de toda persona que busca amor, acogida y amistad con Cristo. Es el grito de tantas personas en nuestras ciudades anónimas, de muchos de nuestros contemporáneos y de todos los mártires que aún hoy sufren persecución y muerte en el nombre de Jesús: «Señor, socórreme». Este mismo grito surge a menudo en nuestros corazones: «Señor, socórreme». No respondamos como aquellos que rechazan a las personas que piden, como si atender a los necesitados estuviese reñido con estar cerca del Señor. No, tenemos que ser como Cristo, que responde siempre a quien le pide ayuda con amor, misericordia y compasión.



PALABRA:
Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene
un demonio muy malo». Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando». Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel». Ella los alcanzó y se postró ante él y le pidió: «Señor, socórreme». Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos». Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos»Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe; que se cumpla lo que deseas». En aquel momento quedó curada su hija.

ORACIÓN:
Jeremías 31,1-7; Salmo:Jeremías 31,10-13 • MATEO 15,21-28
SEÑOR, sometiste a una dura prueba de fe y de humildad a la pobre cananea, pero viste que el amor de madre no tiene límites cuando se trata de buscar el bien de sus hijos. Es lo que hace con nosotros María, nuestra Madre, y la Iglesia, también Madre nuestra. Si al principio parecía tu actitud de rechazo, sólo era en apariencia. Tu obra y tu palabra son, como siempre, expresión de tu Misericordia y tu ternura con los necesitados: la curación de la hija y esa alabanza, que bien querría para mí: Mujer, qué grande es tu fe. (Sigue tu oración personal)







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