Tiempo Ordinario/19° Salterio 3ª Semana. Tomo IV
Viernes 12 Agosto
Santos JUANA F. DE CHANTAL rl, Alejandro Longo pb mr,
Aniceto y Focio mrs. Beatos Inocencio XI pp,
Victoria Díez vg mr, Sebastián Calvo y co mrs
Papa Francisco: [Se hacen eunucos por el reino de los cielos]. La castidad es un carisma precioso, que ensancha la libertad de entrega a Dios y a los demás, con la ternura, la misericordia, la cercanía de Cristo. La castidad por el reino de los cielos muestra cómo la afectividad tiene su lugar en la libertad madura y se convierte en un signo del mundo futuro, para hacer resplandecer siempre el primado de Dios. Pero, por favor, una castidad «fecunda», una castidad que genera hijos espirituales en la Iglesia.
PALABRA:
Se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Es licito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?». Él les respondió: «¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». Ellos insistieron: «¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse?». Él les contestó: «Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Ahora os digo yo que, si uno se divorcia de su mujer —no hablo de impureza— y se casa con otra, comete adulterio». Los discípulos le replicaron: «Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse». Pero él les dijo: «No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el reino de los cielos. El que pueda con esto, que lo haga».
ORACIÓN:
Ezequiel 16,1-15.60.63; Salmo: Isaías 12,2-3.4bcd-6 • MATEO 19,3-12
SEÑOR, hay jóvenes que rehúyen el compromiso de por vida y les aterra dar su palabra de amor hasta la muerte en el matrimonio. Hazte presente en sus vidas y convénceles de que tú todo lo puedes, y quien se fía de ti participa de tu poder. ¿No se aman sin esfuerzo en el noviazgo? Si estás tú, mucho más se amarán, antes y después de celebrar el sacramento. ¡Que conozcan tu Misericordia y se fíen de ti! A los que has llamado al celibato por el reino de los cielos, danos el gozo y la fidelidad a nuestra vocación. (Sigue tu oración personal).
Tiempo Ordinario/ 19º Salterio 3ª Semana. Tomo IV
Jueves 11 Agosto
Santos CLARA vg, Susana mr, Rufino ob, Alejandro ob. Beato Juan E. Newmann ob
Papa Francisco: Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar «setenta veces siete» (Mt 18,22)
nos da ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvemos la alegría.
PALABRA:
Se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?». Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo". El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a otro de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes". El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré". Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Entonces el Señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?".Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
ORACIÓN:
Ezequiel 12,1-12; Salmo 77,56-62 • MATEO 18,21-30.32-35
SEÑOR, tu amor y el perdón de mis deudas -mis pecados- son ilimitados. ¿Por qué soy como el empleado de la parábola, a quien perdonaste una gran deuda, y no perdona los céntimos que le debe el compañero? ¡Dame, Señor, un corazón nuevo, de carne, capaz de amar y de perdonar siempre, lleno de misericordia! (Sigue tu oración personal).