lunes, 15 de agosto de 2016

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 15/08/2016




Tiempo Ordinario/20° Salterio 4° Semana. Tomo IV
Lunes 15 Agosto





ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA, Virgen de la
Paloma, de los Reyes. Santos Tarsicio, Luis Batis,
Manuel Morales, Salvador Lara y David Roldán mrs


Papa Francisco: El camino de María hacia el Cielo comenzó desde ese «sí» pronunciado en Nazaret, en respuesta al Mensajero celestial que le anunciaba la voluntad de Dios para ella. Y en realidad es precisamente así: cada «sí» a Dios es un paso hacia el Cielo, hacia la vida eterna. Porque esto quiere el Señor: que todos sus hijos tengan la vida en abundancia. Dios nos quiere a todos con Él, en su casa.





PALABRA:
María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó  el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá». María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como lo había prometido a nuestros padres— en favor de Abrahán y su descendencia por siempre». María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.



ORACIÓN:
Apocalipsis 11,19a; 12.1-6a.10ab; Salmo 44,11-12.16; 1Corintios 15,20-27a • LUCAS 1,39-56
SEÑOR, tú quisiste que tu Madre te acompañara en cuerpo y alma en el cielo. Espero compartir, con los dos y con todos los santos, esa gloria del Padre y del Espíritu, después de mi paso por este mundo, siguiendo su ejemplo de amor y misericordia, de pureza y de fe. (Sigue tu oración personal).







domingo, 14 de agosto de 2016

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 14/08/2016





Tiempo Ordinario/20° Salterio 4° Semana. Tomo IV
Domingo 14 Agosto








Santos MAXIMILIANO Mª KOLBE pb mr,
Marcelo ob mr, Arnulfo ob


Papa Francisco: Jesús dice a los discípulos: «¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división» (Lc 12,51). ¿Qué significa esto? Significa que la fe no es una cosa decorativa, ornamental; vivir la fe no es decorar la vida con un poco de religión, como si fuese un pastel que se lo decora con nata. No, la fe no es esto. La fe comporta elegir a Dios como criterio-base de la vida. Jesús dice: He venido a traer división; no es que Jesús quiera dividir a los hombres entre sí, al contrario: Jesús es nuestra paz, nuestra reconciliación. Pero esta paz no es la paz de los sepulcros, no es neutralidad, no es una componenda a cualquier precio. Seguir a Jesús comporta renunciar al mal, al egoísmo y elegir el bien, la verdad, la justicia, incluso cuando esto requiere sacrificio y renuncia a los propios intereses. Y esto sí, divide; lo sabemos, divide incluso las relaciones más cercanas. Pero atención: no es Jesús quien divide. Él pone el criterio: vivir para sí mismos, o vivir para Dios y para los demás; hacerse servir, o servir; obedecer al propio yo, u obedecer a Dios. He aquí en qué sentido Jesús es «signo de contradicción» (Lc 2,34).




PALABRA:
• Jeremías 38,4-6.8-10: Los príncipes dijeron al rey: «Muera ese Jeremías, porque está desmoralizando a los soldados que quedan  en la ciudad, y a todo el pueblo, con semejantes discursos. Ese
hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia». Respondió el rey Sedecías: «Ahí lo tenéis, en vuestro poder: el rey no puede nada contra vosotros». Ellos agarraron a Jeremías y lo arrojaron en el aljibe de Melquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. En el aljibe no había agua, sino lodo, y Jeremías se hundió en el lodo. Ebedmelek salió del palacio y habló al rey: «Mi rey y señor, esos hombres han tratado inicuamente al profeta Jeremías, arrojándolo al aljibe, donde morirá de hambre» (porque no quedaba pan en la ciudad). Entonces el rey ordenó a Ebedmelek el cusita: «Toma tres hombres a tu mando, y sacad al profeta Jeremías del aljibe antes de que muera».





Salmo 39,2-4. 18: Señor, date prisa en socorrerme.




Hebreos 12,1-4: Una nube ingente de testigos nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó cruz, sin miedo a la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del padre. Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.


LUCAS 12,49-53: Dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».


ORACIÓN:
SEÑOR, hoy tu palabra me resulta fuerte. Pero tú tienes palabras de vida eterna, y yo las acepto como lo mejor. Que el fuego que trajiste a la tierra prenda en mi vida y queme todo lo que pueda ser motivo para distanciarme de ti. Podrá haber divisiones, pero jamás entre tú y yo: tú eres mi vida, y yo quiero vivir siempre contigo, después de morir, eternamente en el cielo cara a cara, y ahora aquí en la tierra por la fe: fe y gloria que me das y darás por tu inmensa Misericordia. (Sigue tu oración personal).









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