miércoles, 14 de septiembre de 2016

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MIÉRCOLES 14/09/2016




Tiempo Ordinario/24° Salterio 4° Semana. Tomo IV
Miércoles 14 Septiembre








EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ.
Santos Alberto ob, Notburga vg


FIESTA DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ
Papa Francisco: El 14 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Alguna persona no cristiana podría preguntarnos: ¿Por qué «exaltar» la cruz? Podemos responder ..que no exaltamos una cruz cualquiera, o todas las cruces: exaltamos la cruz de Jesús, porque en ella se reveló al máximo el amor de Dios por la humanidad. Es lo que nos recuerda el evangelio de Juan en la liturgia de hoy: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito» (3,16). El Padre «dio» al Hijo para salvarnos, y esto implicó la muerte de Jesús, y la muerte en la cruz. ¿Por qué? ¿Por qué fue necesaria la cruz? A causa de la gravedad del mal que nos esclavizaba. La cruz de Jesús expresa ambas cosas: toda la fuerza negativa del mal y toda la omnipotencia mansa de la misericordia de Dios.




PALABRA:
Dijo Jesús a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».


ORACIÓN:
Números 21,4b-9; Salmo 77,1-2.34-38 • JUAN 3,13-17
SEÑOR, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, señalando una gran cruz de la frente al pecho y de hombro a hombro, comienzo el día y todas mis acciones relevantes, recordando que tu Cruz es fuente de vida. Al contemplarte en la Cruz confieso con mis labios y creo en mi corazón que tú eres mi Señor y mi Salvador: si los israelitas dañados de muerte se curaban mirando a la serpiente, ¿no voy a encontrar yo la salvación mirándote con fe, clavado en la Cruz? Ten misericordia de mí. (Sigue tu oración personal).

Dios no mandó su Hijo al mundo

para condenar al mundo,


sino para que el mundo se salve por él.









CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 13/09/2016





Tiempo Ordinario/24° Salterio 4° Semana. Tomo IV
Martes 13 Septiembre






Santos JUAN CRISÓSTOMO ob dc,

Julián pr mr, Marcelino mr.

Papa Francisco: La misericordia de Jesús ¡es una fuerza que da vida, que resucita al hombre! La misericordia de Jesús no es sólo un sentimiento, ¡es una fuerza que da vida, que resucita al hombre! Nos lo dice también el evangelio de hoy, en el episodio de la viuda de Naín. Al verla el Señor, se compadeció de ella. Esta «compasión» es el amor de Dios por el hombre, es la misericordia, es decir, la actitud de Dios en contacto con la miseria humana, con nuestra indigencia, nuestro sufrimiento, nuestra angustia. Y ¿cuál es el fruto de este amor, de esta misericordia? ¡Es la vida! Si le mostramos nuestras heridas interiores, nuestros pecados, Él siempre nos perdona. ¡Es todo misericordia! Vayamos a Jesús.




PALABRA:
Iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores». Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!». El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo». La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

ORACIÓN:
1Corintios 12,12-14.27-31a; Salmo 99,2-5 • LUCAS 7,11-17
SEÑOR, en otras ocasiones, realizas tus milagros cuando te lo suplican con fe. En la entrada de la ciudad de Naín, ninguno del cortejo fúnebre de aquel joven te pidió nada. Pero, al ver las lágrimas de la pobre madre, fue tu corazón el que te lo pidió. Pero yo sé por experiencia propia que ante la aflicción no eres indiferente, y socorres a quien no intente esconderse de ti. ¡No llores... Muchacho, levántate! Vida para el joven muerto, inmensa alegría para la madre desconsolada, y pones de manifiesto que Dios ha visitado a su pueblo. Yo pongo mis debilidades ante ti. Confío en tu Misericordia: lástima de amigo y poder sanador de Dios. (Sigue tu oración personal).






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