Tiempo Ordinario/27° Salterio 3° Semana. Tomo IV
Miércoles 05 Octubre
Santos M.a Faustina Kowalska vg, Apolinar ob,
Atilano ob, Mauro y Plácido mjs.
Beatos Raimundo de Capua pb, Bartolomé Longo es
Feria Mayor
TÉMPORAS DE ACCIÓN DE GRACIAS Y DE PETICIÓN
Papa Francisco: Rezar siempre, pero no para convencer al Señor a fuerza de palabras. Él conoce mejor que nosotros aquello que necesitamos. La oración perseverante es más bien expresión de la fe en un Dios que nos llama a combatir con Él, cada día, en cada momento, para vencer el mal con el bien.
PALABRA:
Dijo Jesús a sus discípulos: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!».
ORACIÓN:
Deuteronomio 8,7-18; Salmo: 1Crónicas 29,10-12; 2Corintios 5,17-21 • MATEO 7,7-11
SEÑOR, qué bien que dediquemos un día expresamente a la oración, en la doble vertiente de pedirte con fe lo que creemos necesitar, y estar dispuestos a darte gracias. En la oración de petición mostramos nuestra pobreza, creemos en tu poder soberano y en el amor que nos tienes: te exponemos nuestra necesidad y esperamos ser atendidos por tu Misericordia. No todo debe acabar aquí: cuando nos concedes lo que te pedimos, es de bien nacidos tener la actitud de agradecértelo, algo que lamentablemente olvidamos, como los nueve leprosos curados. Te agrada salir en nuestra ayuda, pero no te gusta que no reconozcamos tu generosidad. (Sigue tu oración personal).
Pedid y se os dará,
buscad y encontraréis,
llamad y se os abrirá.
Tiempo Ordinario/27° Salterio 3° Semana. Tomo IV
MARTES (MO) 04 OCTUBRE
San FRANCISCO DE ASÍS rl, Áurea de París ab,
Petronio ob, Quintín mr
Papa Francisco: San Francisco de Asís comprendió muy bien el secreto de la Bienaventuranza de los pobres de espíritu. De hecho, cuando Jesús le habló en la persona del leproso y en el Crucifijo, reconoció la grandeza de Dios y su propia condición de humildad. En la oración, el Poverello pasaba horas preguntando al Señor: «¿Quién eres tú? ¿Quién soy yo?». Se despojó de una vida acomodada y despreocupada para desposarse con la "Señora Pobreza", para imitar a Jesús y seguir el Evangelio al pie de la letra. Francisco vivió inseparablemente la imitación de Cristo pobre y el amor a los pobres, como las dos caras de una misma moneda. En un cristiano, las obras de servicio y de caridad nunca están separadas de la fuente principal de cada acción nuestra: es decir, la escucha de la Palabra del Señor, el estar —como María de Betania— a los pies de Jesús, con la actitud del discípulo. Y por esto, se reprende a Marta. Es de la contemplación, de una fuerte relación de amistad con el Señor, de donde nace en nosotros la capacidad de vivir y llevar el amor de Dios, su misericordia, su ternura hacia los demás.
PALABRA:
Entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano». Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán».
ORACIÓN:
Gálatas 1,13-24; Salmo 138,1-3.13-15 • LUCAS 10,38-42
SEÑOR, Marta y María representan dos actitudes ante la vida. Una, la del sentido común racional: Marta trabaja agobiada, mientras María está embobada escuchándote. Pero nuestros criterios no son tus criterios. Yo hubiera estado de parte de Marta. Tú ves más allá, y valoras más la actitud de María, que ha elegido «lo único necesario», lo que no pasa. San Francisco eligió también la mejor parte, lo único necesario. Y las legiones de discípulos que han seguido sus huellas —franciscanos y capuchinos, hombres y mujeres, en los conventos o en el mundo- ven en su gigantesco Fundador la encarnación perfecta de tu Evangelio, una invitación viva para todos los que queremos escuchar o leer tu Palabra y cumplirla: que, como Francisco, sea bienaventurado siendo misericordioso. (Sigue tu oración personal)