Después de Epifanía.
2º del salterio
11n 4,7-10/Sa1 71 /
Mc 6,34-44
Lunes 09Enero
Santos Adrián de Canterbury; Gregorio X
En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos porque andaban como ovejas sin pastor, y empezó a enseñarles muchas cosas. Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer». Él les replicó: «Dadles vosotros de comer». Ellos le preguntaron: «¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?». Él les dijo: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver». Cuando lo averiguaron le dijeron: «Cinco, y dos peces». Él les mandó que hicieran recostarse a la gente sobre la hierba en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de ciento y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces. Los que comieron eran cinco mil hombres.
¡Qué buen Pastor!
¡Qué buen Pastor es Cristo! El evangelio de hoy nos muestra su sensibilidad a las necesidades de las personas que salen a su encuentro. No puede quedar indiferente ante sus problemas. Su corazón se compadece al ver el gentío que le seguía «como ovejas que no tienen pastor». El Maestro deja aparte los proyectos previos y se pone a enseñar. Se hace tarde. Los discípulos se lo recuerdan, preocupados. Entonces, Jesús hace una propuesta increíble: «Dadles vosotros de comer». Los discípulos ponen dificultades reales, sin reconocer que quien les habla lo puede todo. Les falta fe. Jesús no manda que se pongan en fila, de pie, sino que se sienten en grupos: comunitaria-mente descansarán y compartirán. Jesús toma los cinco panes y los dos peces, invoca la bendición de Dios y los reparte. El milagro prefigura el alimento espiritual de la Eucaristía, Pan de vida, que se extiende gratuitamente a todos los pueblos de la tierra.
¡Qué buen Pastor!
¡Qué buen Pastor es Cristo! El evangelio de hoy nos muestra su sensibilidad a las necesidades de las personas que salen a su encuentro. No puede quedar indiferente ante sus problemas. Su corazón se compadece al ver el gentío que le seguía «como ovejas que no tienen pastor». El Maestro deja aparte los proyectos previos y se pone a enseñar. Se hace tarde. Los discípulos se lo recuerdan, preocupados. Entonces, Jesús hace una propuesta increíble: «Dadles vosotros de comer». Los discípulos ponen dificultades reales, sin reconocer que quien les habla lo puede todo. Les falta fe. Jesús no manda que se pongan en fila, de pie, sino que se sienten en grupos: comunitaria-mente descansarán y compartirán. Jesús toma los cinco panes y los dos peces, invoca la bendición de Dios y los reparte. El milagro prefigura el alimento espiritual de la Eucaristía, Pan de vida, que se extiende gratuitamente a todos los pueblos de la tierra.