Después de Epifanía.
2° del salterio
1.1n 4,19-5,4 /Sal
71 / Lc 4,14-22a
Martes 10 Enero
Agatón; Leonia
Aviat; Bta. Ana
de los Ángeles
Monteagudo;
Bta. Ma Dolores
Rodríguez Sopeña
En aquel tiempo, Jesús, con la fuerza del Espíritu, volvió a Galilea y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y dar a los ciegos la vista. Para dar libertad a los orpimidos, para anunciar el año de gracia del Señor». Y enrollando el libro, lo devolvió al que le servía y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír». Y todos expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.
¡Cómo nos transforma el Espíritu del Señor!
«El Espíritu del Señor está sobre mí», dirá Jesús, haciendo suyo este texto mesiánico. Es el Espíritu del Amor, que así como hizo del Mesías «el ungido para llevar la buena nueva a los pobres», también «reposa» en nosotros y nos conduce hacia el amor perfecto, como nos dice el concilio Vaticano II: «Todos los fieles, de cualquier estado o condición, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad». El Espíritu Santo nos transformará como hizo con los apóstoles, para que podamos actuar bajo su moción, otorgándonos sus frutos y, así, llevarlos a todos los corazones: «caridad, paz, alegría, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza». Jesús, ungido, viene a remediar el sufrimiento humano: el dolor de los pobres, los ciegos, los oprimidos.
ORACIÓN:
Señor, envíanos tu Espíritu, para que también nosotros, ungidos con tus dones, salgamos por todos los caminos de la tierra, llevando el bálsamo de nuestro amor generoso para curar todas las heridas de nuestros hermanos.