I del T.O. 1ºdel salterio Heb 2,5-12 / Sal 8 / Mc 1,21-28 Viernes 13 Enero
Marcos 1,21-28 S. Hilario de Poitiers, m.l. Leoncio; Remigio; Vivencio
PALABRA: En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sinocon autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él». El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen». Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
La gente se quedó asombrada Contemplamos a Jesús enseñando en la sinagoga. La gente se quedó asombrada. ¿Por qué? Porque no enseñaba como los letrados, que repetían las «normas» que habían oído de otros letrados anteriores a ellos. Eran, por tanto, meros repetidores. Porque Jesús enseñaba con autoridad: comunicaba su «propia experiencia». Los letrados imponían dogmas y preceptos; Jesús, en cambio, transmitía su propia vida, con libertad y encanto. La admiración de la gente brota de la verdad y de la vida que transmitía el Señor. Junto a sus enseñanzas, el poder de Jesús sobre el mal, que será una constante en su vida. Libera a hombres y mujeres, atacados por espíritus inmundos.
REFLEXIÓN: Fascina Jesús con su palabra y enardece con sus obras, con su poder liberador. Cristo nos espera siempre para liberarnos de nuestras esclavitudes, para arrojar esos espíritus inmundos que atenazan y esclavizan nuestra vida. Nos espera siempre para curar nuestras heridas.
I del T.O. 1a del salterio Heb 1,1-6 /Sa196 / Mc 1,14-20
Jueves 12 Enero
Antonio Ma Pucci;
Benito Biscop;
Tatiana, Elredo de
Rielvaux
PALABRA:
Marcos 1,14-20 Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio». Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
Se pusieron a «seguir» a Jesús Jesús comienza la predicación del reino, con una palabra fundamental: «convertíos», es decir, «cambiad de mentalidad y de vida». O lo que es lo mismo, tenemos que «ver la vida» como la vio Jesús. Y tener su estilo de vida, sus costumbres, sus preferencias y su bondad sin límites. Junto a la predicación, la elección de sus primeros discípulos: gente sencilla, trabajadores, hombres con poca formación y con muy escasos medios. Pero aquellos hombres poseían algo fundamental: se pusieron «a seguir» a Jesús. El seguimiento es «acompañar» a Jesús, «moviéndonos» con él, a su ritmo, siempre avanzando hacia un futuro mejor, el futuro del reino de Dios en el mundo. Cristo sigue llamando en esta hora para que «le sigamos», para que «caminemos junto a él», de su mano. Y para que comuniquemos a los demás esa «experiencia» que nos ha transformado la vida.
ORACIÓN: Señor, nuestro seguimiento de tu Persona consiste en caminar junto a Ti, de tu mano, escuchando tus palabras y haciéndolas vida en las estructuras de la historia nuestra de cada jornada. Quizás no es mucho, pero es lo más importante.