domingo, 15 de enero de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 14/01/2017



1 del T.O.
1° del salterio
Heb 2,14-18 /Sal
104 / Mc 1,29-39
Sábado 14 Enero



Félix de Nola;
Juan de Ribera; 
Malaquías; Odorico de 
Pordenone; Sabas



PALABRA:
En aquel tiempo, Al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la cama y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca». Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido». Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.




Jesús, preocupado por la salud y el sufrimiento
De nuevo, el evangelio de hoy nos dibuja la silueta de Jesús y nos lo muestra preocupado por la salud de la gente y por el sufrimiento de los enfermos. Él alivia las penas y los dolores, transmitiendo siempre esperanza y alegría. Podemos decir que Jesús no soportaba ver a la gente sufrir. Una gran conclusión para nosotros: «Todos podemos aliviar penas en esta vida». Quizás no podamos hacerlo con los grandes problemas, pero sí con los pequeños sufrimientos: levantar el ánimo, infundir entusiasmo, hacer sonreír, ofrecer soluciones, alentar proyectos. Serán muchos los que lleguen a nosotros, hundidos por el peso de una situación agobiante. Abramos de par en par nuestros brazos para acogerles, para hablarles, para ensanchar sus horizontes, para eliminar sus nubes y hacer posible que, de nuevo, salga el sol en su pequeño firmamento.


ORACIÓN:
Señor, que allí donde haya un problema, pongamos nosotros una solución; que sepamos enjugar lágrimas y aliviar sufrimiento. La fórmula es muy sencilla: acogiendo,
escuchando, amando.

   
   
               




sábado, 14 de enero de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 12/01/2017





I del T.O. 
1ºdel salterio
Heb 2,5-12 / Sal 8 /
Mc 1,21-28
Viernes 13 Enero





Marcos 1,21-28
S. Hilario de
Poitiers, m.l.
Leoncio; Remigio;
Vivencio

PALABRA:
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él». El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen». Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.




La gente se quedó asombrada
Contemplamos a Jesús enseñando en la sinagoga. La gente se quedó asombrada. ¿Por qué? Porque no enseñaba como los letrados, que repetían las «normas» que habían oído de otros letrados anteriores a ellos. Eran, por tanto, meros repetidores. Porque Jesús enseñaba con autoridad: comunicaba su «propia experiencia». Los letrados imponían dogmas y preceptos; Jesús, en cambio, transmitía su propia vida, con libertad y encanto. La admiración de la gente brota de la verdad y de la vida que transmitía el Señor. Junto a sus enseñanzas, el poder de Jesús sobre el mal, que será una constante en su vida. Libera a hombres y mujeres, atacados por espíritus inmundos.

REFLEXIÓN:
Fascina Jesús con su palabra y enardece con sus obras, con su poder liberador. Cristo nos espera siempre para liberarnos de nuestras esclavitudes, para arrojar esos espíritus inmundos que atenazan y esclavizan nuestra vida. Nos espera siempre para curar nuestras heridas.





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