1 del TO
1º del salterio
Heb 4,12-16 / Sal 8
/ Mc 2,13- 17
Martes 17 Enero
S. Antonio abad,
m.o.
Sulpicio Pío; Leonila;
Jenaro Sánchez
Delgadillo
PALABRA:
Marcos 2,13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos. Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos: «¡De modo que come con publicanos y pecadores!». Jesús lo oyó y 1es dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».
Cristo está de nuestra parte
La gran enseñanza de esta página del evangelio es que Cristo ha venido a llamar a los pecadores, es decir, a mí, a cada uno de nosotros, a todos nosotros, a los que descubrimos constantemente sombras en nuestras vidas. Aquella gente, los publicanos, los recaudadores de impuestos, era gente indeseable, mal vista, y, probablemente, odiada por la población. Ante el rechazo de los demás, siempre nos encontramos con la acogida del Señor, con sus brazos abiertos de par en par, para solidarizarse con nosotros, porque Cristo está de nuestra parte en todos los momentos de la vida. El no vino al mundo para los que se ven y son vistos como «justos», sino para los que se ven y son vistos como «pecadores». Los llama, los invita a la mesa, come con ellos, dialoga, pregunta y responde. La salvación es sentir a Cristo a nuestro lado.
Señor, nos impresiona esta escena y nos llega al corazón. Ojalá, en los momentos difíciles, en las noches más oscuras, siempre te sintamos a nuestro lado, de nuestra parte, solidarizándote con nosotros y ofreciéndonos tu Palabra de vida eterna.
1 del TO.
I ° del salterio Heb 4,1-5.11 /Sal
77/ Mc 2,1-12
Lunes 16 Enero
Hilarla de
Constantinopla;
Marcelo I; Priscila;
Bta. Juana Mª
Condesa Lluch
PALABRA:
Marcos 2,1-12
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando a un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados quedan perdonados». Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?». Jesús se lo cuenta de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué ?.es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" O decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados...». Entonces le dijo al paralítico: «Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa». Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual».
Un paralítico inteligente
La escena es atrayente y no le falta detalle. Primero, aquellos buenos amigos que prestan al enfermo un gran servicio, superando toda clase de obstáculos; segundo, la actuación de Jesús, perdonando los pecados del paralítico, devolviéndole la paz de la conciencia y la dignidad propia de todo ser humano; tercero, la inteligencia que muestra el paralítico, una vez que ha sido curado. El hombre coge su camilla y se marcha deprisa. No entra en discusiones. Podemos decir que «pone en práctica la curación recibida». Como si dijera: «voy a saborear el milagro, que eso es lo verdaderamente importante». Quizás, nosotros, muchas veces, nos quedamos en la discusión, sin percibir que lo mejor de todo es saborear los dones recibidos. El paralítico lo recibe todo y se marcha con rapidez. En términos populares, no dice ni «mu» en toda la escena. Va a lo práctico, a lo auténtico, a lo mejor.