viernes, 20 de enero de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES 19/01/2017





II del TO.
2° del salterio
Heb 5,1-70 /Sal 109 -
/ Mc 2,18-22





Santos
Canuto IV; Bto. 
Marcelo Spínola

PALABRA:
Marcos 2,18-22
En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?». Jesús les contestó: «¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán. Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».




Jesús está de parte de la vida
He aquí un texto fácil y difícil, a la vez. Fácil, porque nos presenta a un Dios de vida y de felicidad. Difícil, porque hemos de captar bien las palabras del Señor a propósito del ayuno. Los seguidores de Juan y los fariseos estaban de ayuno, quizás con la vieja idea de que era agradable a Dios, sin descubrir esa otra dimensión de pórtico, de purificación para el encuentro. Cristo habla de sus apóstoles como si estuvieran asistiendo a una boda, acompañando al novio y, por tanto, saboreando ese momento de alegría. La satisfacción de Dios no puede estar en las privaciones o en que sus discípulos lo pasemos mal. Todo lo contrario: Dios está más satisfecho cuando nos sentimos felices, con la sonrisa abierta a la esperanza. Vendrán los «ayunos» y las dificultades después, cuando el esposo no esté con nosotros.

Ayunar es compartir. No es la privación lo que nos hará felices sino el que captemos su dimensión más importante: la entrega a Dios y al prójimo. Compartir es hacer partícipes a los demás de nuestras pequeñas cosas y también de nuestros grandes dones.




miércoles, 18 de enero de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MIÉRCOLES 18 /01/2017



2° del salterio 15am 3,3b-10.19
/ Sa139 /1Cor 
6,13c-15a.17-20 /
In 1,35-42
Miércoles 18 Enero







Santos Hungría;
Librada; Prisca;
Jaime Hilario Rarbal


PALABRA:
En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: «Aquí estoy». Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado». Respondió Elí: «No te he llamado; vuelve a acostarte». Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado». Respondió Elí: «No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte». Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado». Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha"». Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: «¡Samuel, Samuel!». Él respondió: «Habla, que tu siervo te escucha». Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.




Salmo 39
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.





1Corintios 6,13c-15a.17-20:
Hermanos: El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor es un espíritu con él. Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios. No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!

Juan 1,35-42:
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?». Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: «Venid y lo veréis». Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)».

Todos somos buscadores de Dios:
¡Qué claridad en las palabras de Juan el Bautista: «Este es el cordero de Dios»! ¡Qué planteamiento más hermoso en la primera pregunta de Jesucristo: «¿Qué buscáis?». ¡Qué medio más eficaz para transmitir el Evangelio: «Venid y lo veréis»! Así comienza la singladura de todo apostolado. Alguien que nos habla de Dios; alguien que busca la felicidad; alguien que nos invita a comprobar, en vivencias directas, cuáles son sus caminos. El único medio eficaz para transmitir el Evangelio es el que puso en práctica Jesús: la «ejemplaridad» de la propia vida. No son las ideas sino los latidos, no es solo la doctrina sino el testimonio, lo que transformará nuestras vidas. Hablamos con frecuencia de la crisis de vocaciones, pero acaso, ¿no sería mejor hablar de la crisis de evangelizadores, de pastores auténticos?

Oración en favor del inmigrante: 
Señor, te pedimos hoy por los emigrantes, por esa caravana inmensa de gente que tiene que abandonar su casa, su familia, su país, en busca de pan, de trabajo, de medios indispensables para vivir. Ayuda, protege, alienta y conforta a nuestros emigrantes.







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