lunes, 23 de enero de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 22/01/2017





II del T.O.
2° del salterio
Heb 7,25-8,6 /Sal
39 / Mc 3,7-12
Domingo 22 Enero





S. Vicente, m.o. 
Vicente Pallotti;
Gaudencio; 
Anastasio el Persa; 
Domingo de Sora; 
Bta. Laura Vicuña

PALABRA:
Marcos 3,7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.





Jesús, vencedor del mal
Jesús vence al mal, a Satanás, al pecado, a la muerte, a todo lo que no nos permite vivir más felices, más satisfechos con nosotros mismos. Y por eso, la gente le busca, le sigue, quiere apretujarle para recibir esa fuerza curativa que les libera de sus opresiones. A Jesús le interesaba la gente y se interesaba por la gente. Procuraba que tuvieran salud, atendía sus enfermedades, les ofrecía alimentos y establecía entre todos unas buenas relaciones humanas, superando odios y rencillas. Fuera los miedos y fuera las posesiones, las esclavitudes, tantos males como entorpecen nuestro caminar. Jesús quiere que la gente encuentre su camino, viva feliz, enjugue sus lágrimas, sacie su hambre, recupere la salud. Todo esto es una maravilla. Y por eso, le seguía la muchedumbre en Galilea.




ORACIÓN:
Señor, abre nuestros caminos al encuentro contigo, para que aprendamos así a recibir todos tus beneficios: la salud, el alimento, la buena relación con el prójimo, las pequeñas felicidades de cada jornada.




              



domingo, 22 de enero de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 21/01/2017



II del T.O.
2a del salterio
Heb 7,1-3.15-17 /

Sal 109 / Mc 3,1-6







Sta. Inés, m.o.

Na Sra. de Altagracia; Bto. Juan
Bautista Turpin y comp

PALABRA:
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «Levántate y ponte ahí en medio». Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?». Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al 
hombre: «Extiende el brazo». Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.





Jesús se juega su propia vida
La escena tiene aire de reto para Jesús: ¿salvar a una persona o dejarla morir? Todos los días son buenos para la salvación. Y por eso, Jesús cura en sábado a aquel hombre. Se desata la tormenta. Jesús se jugó allí su propia vida, desobedeciendo en público a los dirigentes religiosos. Ya estaba condenado a muerte. Pero aquella persona enferma estaba por encima de una ley aplicada mecánicamente, con insensibilidad y hasta con desprecio del ser humano. De nuevo, el corazón del Señor que ha venido a sanar, a salvar, a dar vida, a transmitir alegría para dejar atrás las oscuridades y emprender caminos nuevos. Inmediatamente, el poder religioso y el poder político establecen alianzas para dar muerte a Jesús. No soportan la luz y la grandeza.



Señor, haz que sepamos jugarnos la vida por Ti, en aras de una entrega que comportará dificultades y peligros, pero que desembocará en la plenitud, en la felicidad.







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