miércoles, 1 de febrero de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 31/01/2017




III del TO.
3° del salterio
Heb 11,1-2.8-19 /
Sal Lc 1,69-75/
Mc 4,35-41
Martes 31 Enero





S. Juan Bosco,
m.o.
Francisco Javier 
Bianchi;Geminiano; 
Bta. María Cristina
de Saboya



PALABRA
Marcos 4,35-41
Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla». Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?». Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!». El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?». Se quedaron espantados y se decían unos a otros: «Pero, ¿quién es este? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!».







La fe calmará tempestades
El relato nos plantea una situación límite: la tempestad, las olas que amenazan, la barca que zozobra. Y el miedo de los discípulos. Los mensajes son preciosos: primero, navegamos todos en el tempestuoso mar de la historia; segundo, llegan momentos difíciles y delicados, huracanes inesperados; tercero, la clave está en la fe, porque la falta de fe desemboca en miedos insuperables. Jesús va a actuar, va a calmar la tempestad, pero va a ofrecernos una de las lecciones esenciales del cristianismo: hemos de poner en él nuestras vidas, con total seguridad. Hay que desechar los miedos, que abundan cuando median otros intereses. No pasa nada. Nos fiamos del Señor. Y una decisión personal: «si hay que aguantar la tempestad, siempre junto a Jesús, fiándonos de su palabra, confiando en su poder».




Señor, calma mis tempestades personales, que son muchas y llegando a mi pequeño mar y a mi pobre barca. Contigo, es imposible el hundimiento. Solo hace falta que ponga a punto mi fe. Hoy, el testimonio de san Juan Bosco nos anima a entregarnos a los demás.  





          




martes, 31 de enero de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 30/01/2017



II del TO.
la del salterio

1eb 10,32-39 / Sal 
36 / Mc 4,26-34




Adelelmo (Lesmes) 
de Burgos; Alejandro 
de Jerusalén;

Muciano MaWiaux; 
Batilde; Bta. Carmela 
García Moyón; Bta. 
Maria Bolognesi



PALABRA:
Marcos 4,26-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a la ge e: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega». Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas». Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.






Parábolas sencillas y humanas
Jesucristo comienza a explicar a sus discípulos el reino de los cielos. Y lo hace con parábolas sencillas y humanas: la pequeña simiente que se arroja a la tierra y el grano de mostaza que crece después hasta convertirse en un gran árbol. La tierra y la semilla tienen fuerza para producir el fruto y dar la vida. El reino es una semilla que da vida, por el vigor y la fuerza que tiene en sí. No es cuestión de técnicas humanas, de métodos eficaces, de montajes deslumbrantes. Es cuestión de recibir en el corazón la semilla de la Palabra, la fuerza de la gracia y ponernos a caminar sin miedo, confiados plenamente en la acción del Señor, que nos conduce, que nos lleva de la mano. ¡Cuánta sencillez en las palabras de Jesús y en sus ejemplos, tomados de la vida misma!



Si no escuchas cada día la voz de Dios en el Evangelio, en la naturaleza, en las personas, no tendrás paz en tu vida. Por mucho que escuches otras cosas.




             




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