viernes, 3 de febrero de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES O2/02/2017


Oficio de la f

Mal 3,1-4 / Sal 23
/ Heb 2,14-18 / 
Lc 2,22-40 (breve: 
2,22-32)
JUEVES 02 ENERO





Presentación del Señor, f.
Na Sra. de
Candelaria; Juana de 
Lestonnac; Aída

PALABRA:
Lucas 2,22-32
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones». Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel».  


Salvación, luz y gloria
Maravillosa escena la de la presentación de Jesús en el Templo: el primer encuentro del Enviado del Padre con su pueblo. José y María cruzan la explanada, llevando al Niño en sus brazos. Simeón espera a la entrada. Simeón se adelanta para saludar a la Madre con los brazos extendidos, recibe al Niño y bendice a Dios, diciendo: «Ahora, Señor, puedes dejar que tu siervo se vaya en paz». Tres mensajes brillan en las palabras del anciano: «salvación, luz y gloria». Fiesta de la luz, en los templos; fiesta de las «candelas» —las fogatas de las calles—, que todavía se conservan en muchos pueblos. Ha de ser esta fiesta para la alegría, para la esperanza. Los viejos ritos —la presentación, la purificación— dan paso ya al Evangelio, a la Buena Noticia de nuestra salvación. Hoy, un recuerdo especial para la vida consagrada, que celebra su onomástica. En sus conventos y monasterios hablan con Dios, nos hablan de Dios, en la paz infinita de los claustros.




           





jueves, 2 de febrero de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MIÉRCOLES 01/02/2017




4º del salterio

Dt 18,15- 20 / Sal 94 
/1Cor 7,32-35 /Mc 
1,21-28
Miércoles 01 Febrero





Cecino; Brígida de
Kildare; Bto. Andrés

Carlos Ferrari

PALABRA:
Deuternriomio 1815.20 
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: "No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir". El Señor me respondió: "Tienen razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá"».






Salmo 94
Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».







1 Corintios 7,,32-35
Hermanos: Quiero que os ahorréis preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.

Marcos 1,21-28
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él». El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen». Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.


La sensibilidad, destello de la autoridad
La escena nos ofrece el contraste de las luces y las sombras: la sombra de los demonios, para explicar las enfermedades y las desgracias; aquel hombre aprisionado por el dolor, por el espíritu inmundo. Y la luz de Cristo que enseña en la sinagoga, no como los letrados, sino con autoridad. La autoridad se asocia en los evangelios a la capacidad de expulsar demonios o, con otras palabras, a la «capacidad» para aliviar el sufrimiento, las penas y las humillaciones. Jesucristo enseña y actúa: junto a su palabra, su poder de liberarnos de las fuerzas del mal. ¡Qué hermosa vertiente se nos ofrece de la autoridad: ser sensibles a los problemas de los hermanos, captar su situación, su deterioro, el mal que les aflige, e intentar ponerle remedio! Con otras palabras: es fascinante la «autoridad» del servicio y de la liberación.



¡Señor, líbranos de los espíritus inmundos, de los males que nos aquejan, de las enfermedades que, muchas veces, sin saberlo, van minando y derrotando nuestro caminar! ¡Tú nos conoces y sabes perfectamente cuáles son!






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