miércoles, 15 de febrero de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MIÉRCOLES 15/02/2015





2° del salterio 
Lev 13,1-2.44-46 
/Sal 31 / 1Cor 
10,31-11,1 / Mc 
1,40-45
Miércoles 15 Febrero





Claudio de la
Colombiére;
Faustino y Joyita; 
Bto. Vicente Vilar 
David


PALABRA:
levítico 13,1-2.44-46
El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El que haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: "¡Impuro, impuro!". Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento».





Salmo 31
Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.



1Corintios 10,31-11,1
Hermanos: Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios, como yo, por mi parte, procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de la mayoría, para que se salven. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.


Marcos 1, 40-45
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme». Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio». La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés». Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

Nosotros, los leprosos
De alguna forma, todos somos leprosos, todos tenemos manchas en la piel del alma. Contemplemos primero al leproso: se acerca a Jesús, estando prohibido, lo que nos revela a un hombre audaz; suplica de rodillas y reconoce en Jesús su poder divino, haciendo un profundo acto de fe. Contemplemos a Jesucristo: se conmueve, siente lástima; extiende la mano y lo toca; lo cura: «queda limpio». Contemplémonos a cada uno de nosotros, participando en la escena: como el leproso, acerquémonos siempre a Jesús, con fe ardiente, escuchando sus palabras; como Jesús, conmovámonos ante las miserias humanas; como cristianos, sintámonos curados, perdonados, amados. Jesús no quiere fama, ni que lo tomaran por rey, y por eso prohíbe al leproso que divulgue el prodigio.


Señor, cura nuestras lepras ocultas, nuestras manchas del alma: el egoísmo, la vanidad, el deseo de parecer siempre superiores a los demás, las faltas de respeto y valoración de tanta gente como cruza a nuestro lado. Y haz que nos acerquemos a Ti, con la humildad del leproso, con su ardiente fe.



         





CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 14/02/2017






Oficio de la f.
He 13,46-49/Sal
116/ Lc10,1-9







Stos. Cirilo y
Metodio, f.
Juan Bautista de
la Concepción;

Valentín



PALABRA:
Lucas 10,1-9
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y, si allí hay gente de paz, descansará sobr, e ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la mism: a casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece si a salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y o reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos qu, e haya, y decid: "Está cerca de vosotros el Reino de Dios"».



¡Poneos en camino!
Jesucristo envía a sus discípulos, en un primer anuncio del reino, con varias recomendaciones: primera, han de ir ligeros de equipaje; segunda; deben estar atentos a las adversidades y a los enemigos; tercera, dispuestos a caminar, a no detenerse. ¡Poneos en camino! O lo que es lo mismo: salid de vuestras casas, de vuestras tiendas de campaña, abandonad vuestros afanes y descubrid nuevos paisajes y nuevas gentes. Caminar supone esfuerzo, ciertamente, pero también supone algo o mucho de aventura. Caminar conlleva unas metas y unos objetivos. Jesús nos invita a ponernos en camino, a no quedarnos paralizados o con los brazos cruzados. Evangelizar no es cuestión de sentarse en un despacho, sino de caminar, sorteando terribles dificultades.


Señor, sabemos que no hay caminos maravillosos sino caminantes maravillados. Sabemos que caminar supone esfuerzo y superación de obstáculos. Pero Tú quieres que descubramos paisajes y corazones, para sembrar tu Palabra de vida eterna.


           







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