martes, 7 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 06/03/2017

II de Cuaresma
20 del salterio
Gén 37,3-4.12-13a.
176-28 / Sal 104/
Mt 21,33-43.45-46



Lunes 06 Marzo
Na Sra de
Czestochowa; Coleta 
Boylet; Olegario;
Inés de Praga; 
Crodegango de
Metz; Fridolino



PALABRA:

Mateo 21,33-43.45-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo". Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia". Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». Le contestaron: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos». Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.



Acoger a Jesús es la clave
Esta parábola plantea una llegada y un rechazo: la llegada del Mesías y el rechazo por parte de los dirigentes del pueblo de Israel. Y los responsables de la muerte del Mesías son aquellos dirigentes religiosos. Plantea ese gran dilema que hemos de vivir constantemente: el ofrecimiento por parte de Dios de su reino, de los valores de su reino, y la no acogida por parte nuestra. La parábola es dura y ha de hacernos reflexionar a fondo, para abrir el abanico de nuestras responsabilidades.






lunes, 6 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 05/03/2017





II de Cuaresma
2" del salterio
ler 17,5-10 /Sal 1 /
Lc 16,19-31
Domingo 05 Marzo





Adrián; Juan José
de la Cruz; Eusebio;
Teófilo

PALABRA:
Lucas 16,19-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y ban(fueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas". Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros': El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evite que vengan también ellos a este lugar de tormento". Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen". El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán". Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto"».


Señor, ¡qué duro es contemplar a los que sufren, a los que lo pasan mal, a los que tienen hambre! Que nunca nos crucemos de brazos, Señor, ante tantos «Lázaros» como nos piden un poco de comida, o al menos, las migajas que caen sobre la mesa!





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