domingo, 12 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 11/03/2017




III de Cuaresma
3° del salterio

Dt 4,1.5-9 /Sal 147/ 
Mt 5,17-19
Sábado 11 Marzo






Sofronio; Ramiro;
Eutimio; Fermín;
Heraclio 1

PALABRA:
Mateo 5, 17-19 
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «N creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla enseñe será grande en el reino de los cielos».

De la observancia, a la plenitud
Jesús nos abre nuevos horizontes y nos descubre cómo no basta con la mera observancia, sino que hemos de caminar hacia la plenitud: no podemos quedarnos en las normas y en los ritos, sin avanzar hacia los valores del reino de los cielos: la relación fraterna con los demás, el respeto, la justicia, la libertad, la generosidad, la bondad sin condiciones. «Misericordia quiero y no sacrificios», dirá el profeta Oseas. Jesús vino a llevar a su perfección o a su total «plenitud» lo que representa la ley y los profetas. Jesús no se queda en la mera observancia. Avanza, descubre nuevas dimensiong, nos abre el firmamento de su reino. Y en la pertenencia a ese reino está la clave de nuestra felicidad.


Señor, no podemos quedarnos en la observancia fría en el rito desnudo. Hemos de avanzar hacia sus más hondos significados, llegando a la plenitud. ¡Cómo te esfuerzas, Señor, para que comprendamos bien tus caminos, para que avancemos en la relación con nuestro prójimo!

sábado, 11 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 10/03/2017





III de Cuaresma
3° del salterio
Dan 3,25.34-43
/Sa124 /Mt
18,21-35
Viernes 10 Marzo




Macario de
Jerusalén; Juan
Ogilvie; Ma Eugenia
Milleret

PALABRA:
Mateo 18,21-35
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?». Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el Reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus
hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo". El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes". El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré". Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?". Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».



«No hay humanismo en la tibieza», afirmaba Maritain. El verdadero humanismo es cálido y arriesgado. Ser humanista es tratar de ser humano, y ser humano es comprometerse. El verdadero humanismo no es una estética, es una militancia.

                       


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