III de Cuaresma
3º del salterio
Jer 7,23-28 /Sal 94
/ Lc 11,14-23
Domingo 12 Marzo
Simeón el Teólogo;
Luis Orione
PALABRA:
Lucas 11,14-23
En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: «Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios». Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama».
La religión nunca puede enfrentarnos
Jesús es censurado y atacado por los que creen que sus actuaciones prodigiosas son causadas por el poder del mal. Se plantea un viejo problema que hiere el alma: ¿cómo podemos explicar que, por motivos religiosos, se pueda agredir, ofender, calumniar y maltratar a los hijos de Dios? Y es que, cuando separamos a Dios del hombre, se pone en marcha la destrucción del hombre. ¡Cuántas veces y en cuántas ocasiones hemos querido defender a Dios, atacando a los hermanos! ¿Cómo es posible salir en defensa de Dios, hiriendo a los demás? ¿Por qué olvidamos la imagen de Dios en cada persona? La religión ha de unirnos en el respeto mutuo, en la valoración de cada uno de nosotros, en la mirada hacia un futuro que nos descubra el bien.
Dile a la Virgen que te gustaría vivir la Cuaresma como ella quiere que lo hagas. Y pídele que te recuerde y te ayude a hacer con cariño un rato de oración, cada día. Le darás una alegría a Jesús, y él te podrá sugerir modos de darte a los demás y de ser más suyo.