miércoles, 22 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 21/03/2017

IV de Cuaresma
4° del salterio
Jer 11,18-20 / Sal 7
/ in 7,40-53
Martes 21 Marzo




Serapión; Lupicinio;
Filemón; Fabiola



PALABRA:
Juan 7,40-53
En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: «Este es de verdad el profeta». Otros decían: «Este es el Mesías». Pero otros decían: «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?». Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron: «¿Por qué no lo habéis traído?». Los guardias respondieron: «Jamás ha hablado nadie como ese hombre». Los fariseos les replicaron: «¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos». Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a alguien sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?». Ellos le replicaron: «¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas». Y se volvieron cada uno a su casa.


«Jamás ha hablado nadie así»
Prosiguen los enfrentamientos entre Jesús y los jefes religiosos. No le aceptan. Le rechazan. Pero no saben cómo prenderlo y llevarlo a la muerte. No saben cómo eliminarlo. Con Jesús estaba el pueblo, la gente sencilla; contra Jesús estaban «los hombres de la religion», los fariseos, los dirigentes religiosos. Su argumento principal es que Jesús no podía ser él Mesías, porque el Mesías no saldría de Galilea. Mandan a los guardias para apresarlo, pero se quedan con la boca abierta: «jamás ha hablado nadie así». Nicodemo les ofrece su consejo: hay que escuchar antes de condenar. Nada. El poder siempre tiene razón. Y acapara la verdad y se enfrenta a quien no se somete, a quien no inclina su cabeza. Siempre ocurrirá lo mismo en el transcurso de los siglos. Jesús se enfrenta al poder opresor y el poder opresor lo eliminará, le dará muerte.
            




martes, 21 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 20/03/2017





IV de Cuaresma
4° del salterio
Sab 2,1a,12-22
Sa133 /In 71-

2.10.25-30






Martín de Braga;
Nicetas; Eufemia;

José Bilczewski



PALABRA:
Juan 7,1-2.10,25-30
En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas. Después de que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas. Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: «¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene». Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado». Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.




Hablar de Dios superando los miedos
La fiesta de las Tiendas se celebraba en otoño, cuando los campesinos habían terminado de recoger la vendimia. Era una fiesta de agricultores que daban gracias a Dios por la cosecha. Pero lo más importante es la fuerte carga religiosa que se vivía esos días, que servían para excitar las esperanzas mesiánicas del judaísmo. En ese ambiente, Jesús se nos muestra con un gran valor para acudir hasta allí. Podía pasar cualquier cosa, pero no se deja aprisionar por el miedo. Sube a Jerusalén, va al templo y se pone a hablar. Ciertamente, para hablar de Dios hay que ser muy libres, pero, sobre todo, no hemos de tener miedo. No pasa nada. Nosotros somos la voz y Cristo es la Palabra, una palabra que se enciende en el corazón y que colocamos después en nuestros labios. A veces, podemos jugarnos la vida. O quizás siempre nos la juguemos, sobre todo, ante los poderosos de cualquier índole y condición.             



                


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