V de Cuaresma
1º del salterio
Dan 13,1-9.15-17
19-30.33-62/Sal
22 /In 8,1-11
Toribio de
Mogrovejo, c.
José Oriol; Lidia;
Fidel; Bto. Alvaro del
Portillo
PALABRA:
Juan 8,1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E, inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor». Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».
¡Dios nunca se cansa de perdonar!
En el rezo de su primer Ángelus, tras su elección como Pontífice, el papa Francisco comentó hermosamente este pasaje: «Nos conmueve la actitud de Jesús con la mujer adúltera: "Tampoco yo te condeno". El rostro de Dios es el de un Padre misericordioso. Siempre tiene paciencia. Tiene paciencia con nosotros. ¡Dios nunca se cansa de perdonarnos! ¡Nunca! El problema es que nosotros nos cansemos de pedir perdón. Pero él nunca se cansa de perdonar; somos nosotros los que, a veces, nos cansamos de pedir perdón. Tenemos que aprender a ser más misericordiosos con todos». ¡Qué mensaje tan conmovedor el que nos dejó el papa Francisco. Aprendámoslo bien: «Dios nunca se cansa de perdonarnos». Basta que nosotros se lo pidamos con fe. La paz será el premio. Y una sonrisa que embriaga de ternura nuestras vidas.