domingo, 26 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 25/03/2017


Oficio de la S.

157,10-14;8,10/ 
Sa139 / Heb 10,4-10 
/ Lc 1,26-38
Sábado25 Marzo






Anunciación del 
Señor, s.
Isaac; Lucía Filippini; 
Sebastián de

Aparicio

PALABRA:
Lucas 1,26-38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de
gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel la dejó.

La fuerza del «hágase»
Acaso una de las palabras más importantes de la historia de la humanidad sea la palabra «hágase». Cuatro «hágases» sostienen como columnas el mundo. Primero, el «hágase» de la Creación: «Hágase la luz», dijo Dios y creó el universo. Segundo, el «hágase» de la Encarnación: «Hágase en mí según tu Palabra», palabras de María al arcángel Gabriel, y Dios pone su tienda de campaña entre nosotros. Tercero, el «hágase» de la Redención: «Haz que pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya». Cuarto, el «hágase» de nuestra santificación, que sale de nuestros labios cuando rezamos el Padrenuestro: «Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo». María se abre a la voluntad de Dios, al proyecto de Dios sobre Ella. Y lo acepta plenamente.






sábado, 25 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 24/03/2017






V de Cuaresma
lº del salterio
Núm 21,4-9/Sal
101 /Jn 8,21-30






Catalina de Suecia;
Bto. Diego José de
Cádiz; Bta. María

Karlowska



 PALABRA:
Juan 8,21-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Yo me voy y me Buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros». Y los judíos comentaban: «¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no podéis venir vosotros"?». Y él continuaba: «Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados». Ellos le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les contestó: «Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él». Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada». Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él. 



«¿Quién eres Tú, Señor?» 
La vida de Jesús resulta desconcertante para los que le seguían, sobre todo para los fariseos. Por una parte, veían en él a un hombre y, por otra, escuchaban de sus labios palabras que solo podían venir de Dios. Así, surge la pregunta directa: «¿Quién eres tú?». Jesús explica su procedencia del Padre, que le ha enviado, está con él y no lo deja solo. Jesús, por su parte, hace siempre lo que le agrada al Padre. Pero los fariseos no entienden que Dios es Padre sino que lo ven y lo presentan como juez, que castiga a los que no son como ellos, cumplidores a rajatabla de las leyes y los preceptos. Lo más importante es que descubramos a Dios en la presencia de Jesús, en su forma de actuar, de comportarse, en sus palabras y en sus gestos. Jesús nos dice cómo actúa Dios, cómo se comporta, qué ocurre y qué acontece cuando se hace presente en la vida.





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