domingo, 9 de abril de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 08/04/2017







Oficio propio
He 3,1-10 / Sa1 104 
/Lc 24,13-35
Sábado 08 Abril







Octava de Pascua 

Nª Sra. del Puerto; 

Amando; Dionisio 
de Corinto

PALABRA:Lucas 24,13-35 Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iba comentando todo lo que había sucedido. Mientra conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?». Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, qu no sabes lo que ha pasado allí estos días?». Él les preguntó: «¿Qué?> Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron». Entonces Jesús les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?». Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída». Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»... (cf vv. 33-35).


                          



sábado, 8 de abril de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 07/04/2017



Viernes 07 Abril
Oficio propio
He 2,36-41 /Sal 32
/1n20,11-18





Octava de Pascua 
Juan Bautista de 
La Salle; Afraates; 
Donato y Rufino; 
Enrique Walpole



PALABRA:
Juan 20,11-18
En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué
lloras?». Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!». Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro"». María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto».



La singular importancia de la mujer
En la vida de Jesús tienen singular importancia las mujeres. Ellas le acompañaron. Se dejó besar, tocar y perfumar por ellas. Siempre las comprendió, las disculpó, les devolvió su dignidad. Yen los relatos de Pascua, las primeras apariciones del Resucitado son para las mujeres, hasta el punto de que ellas fueron las primeras que anunciaron que Jesús, el Señor, está vivo entre nosotros. En sus rostros aparecen las lágrimas: «se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto», dirá María. Brilla el amor, la generosidad, la búsqueda del Maestro, la emoción del encuentro con Él. Y son ellas las que reciben el encargo de anunciar a los apóstoles que Cristo ha resucitado.






Señor, te pedimos hoy por las mujeres, para que vivan siempre con su dignidad a flor de piel y para que encuentren en la Iglesia ese papel de testigos privilegiados en el momento de tu resurrección.                                                                                                                                                                                                                                


cultivarseescrecer Chanel