miércoles, 19 de abril de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 18/04/2017




II de Pascua
2° del salterio
He 6,7-7/Sa1 32/
ln 6,76-27











Apolonio; Galdino de
la Sala; Perfecto; Bto.
Andrés Hibernon



PALABRA:
Juan 6,16-21
A I oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago, y se asustaron. Pero él les dijo: «Soy yo, no temáis». Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra enseguida, en el sitio a donde iban.


«Soy yo, no temáis»
¡Cuántas veces nos atenaza el miedo, paralizando nuestros miembros y nuestro corazón! Nos asusta todo. Vemos peligros por todas partes. No nos atrevemos a lanzarnos a la hermosa aventura del amor, de la ilusión, de la generosidad, de la entrega, de la esperanza. Tenemos la impresión de que lo vamos a perder todo. «Soy yo, no temáis», dice el Señor. La cercanía de Jesús, la presencia de Jesús, va siempre acompañada de una experiencia que todos necesitamos y que tanto deseamos: «librarnos de nuestros miedos». Miedos que nos atenazan, que oscurecen el horizonte de nuestras vidas, que nos clavan a la tierra, que cierran los párpados del alma. Jesús ha venido a quitarnos el miedo: «el que me sigue no anda en tinieblas». Ha venido a liberarnos de nuestras esclavitudes. Ha venido a «salvarnos», sencillamente. Es decir, «infundirnos y fundirnos en una vida nueva que nos hace caminar serenos, firmes, decididos, alegres».


Levanté los ojos y sobre el ventanuco abierto a la luz de la mañana se me aparecieron las hojas nuevas de un árbol Me pareció entender la respuesta. Con los días, con las estaciones, las señales se me irán dando. Hay que saber esperar y acoger, a su tiempo, las hojas nuevas.


             


martes, 18 de abril de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 17/04/2017



Lunes 17 Abril
II de Pascua
2° del salterio
He 5,34-42/Sal 26
/In 6,1-75






Aniceto; Esteban; 
Catalina Tekakwitha; 
Bta. Ma Ana de
Jesús

PALABRA
Juan 6,1-11
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman estos?». Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simó Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?». Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todos los que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie». Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo». Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo
                                                                                                                  
Jesús, con los pobres
Una vez más, la multiplicación de los panes nos pone de relieve la cercanía de Jesús con la gente sencilla. Probablemente, está cerca la Pascua, la fiesta más importante de aquel pueblo. Pero Jesús no sube a Jerusalén, no va al templo, no participa en los ritos religiosos. Jesús se queda en Galilea, con los pobres, en el campo, en medio de la pobre gente que solo tiene panes de cebada, el pan de los necesitados. Lo más importante para Jesús es que la gente pueda alimentarse y así solucionar un grave problema de sus vidas. Nos maravilla la sintonía del Señor con nuestras necesidades                                                                                                                                            


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