domingo, 30 de abril de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 29/04/2017


Sábado 29 Abril
Oficio de la f 1Jn 1,5-2,2/ 
Sal 102 /

Mt 11,25-30







Sta. Catalina de 
Siena, f.
Hugo de Cluny;
Pedro de Verona; 
Roberto de

Molesmes

PALABRA:
Mateo 11,25-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».



Los «sabios» y los «sencillos»
Jesús establece dos categorías de personas con relación a su reino: los «sabios» y los «sencillos». Los sabios son los que no se enteran de las cosas de Dios, mientras que los sencillos son los que saben de eso. Los «sabios» en Israel formaban la aristocracia religiosa, principalmente los «letrados», los estudiosos de la ley religiosa y sus interpretaciones más complicadas. Los «sencillos», que etimológicamente hace referencia a los «niños», a los «lactantes», o lo que sería lo mismo que «los incultos», «los ignorantes», los «simples», no pueden acudir a los centros de estudio y escuchan a Jesús con atención. Precisamente son más limpios, más libres, por sus carencias, y captan mucho mejor los mensajes de Jesús. La sencillez de corazón equivale a no «centrarnos en nosotros mismos», en «nuestro saber», en nuestro «egoísmo», sino que nos sitúa en un plano humilde de pobreza que acoge con mucha más gratitud aquello que se le ofrece. Se trata de «saber conectar con Dios» o «dejar que Dios conecte con nosotros».


La verdad nos hará libres. Contar la historia verazmente es asumirla como lección, como semilla de futuro. El evangelio siempre debe ser verdad y complicidad. Lo que tampoco contradice el consejo de Jesús: ser sencillos como las palomas y ser astutos como las serpientes. Danos, Señor, la sencillez de abrirnos a Ti, escucharte y confiar siempre en Ti.




            




sábado, 29 de abril de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 28/04/2017






IV de Pascua
4° del salterio
He 11,19-26/Sal 86
/Jn 10,22-30







S. Pedro Chanel
/ S. Luis María
Grignion de 
Montfort, m.I. 
Gianna Beretta; 
Prudencio;Vidal

PALABRA:
Juan 10,22-30
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le preguntaban: «¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente». Jesús les respondió: «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno».

Transparentar el Evangelio
Son los fariseos los que piden a Cristo que hable con franqueza. ¡Tremenda paradoja! Los maestros del sofisma y del engaño, los seculares portadores de una salvación imposible para ellos y para los demás, exigen la Palabra encarnada, palabra veraz, que hable con verdad y sencillez. ¿Se puede brindar a nuestra consideración mayor sin-sentido? Con todo, la escena nos sirve para recordar que queremos responder sinceramente a cada una de las circunstancias de la vida. Deseamos, por todos los medios, escapar de la doblez farisaica que conduce a la soledad y al aislamiento. ¿Qué podemos hacer para ser más sinceros? Escuchar y meditar las palabras de Pedro: «Señor, ¡Tú lo sabes todo!». Gustar la presencia de Dios es el mejor modo de decir siempre la verdad al prójimo y al Señor, siempre presente. Somos veraces con los demás porque somos verdaderos delante de Dios.




Tenemos miedo de aparecer con nuestros defectos, Señor, que el pueblo de Dios nos ayudaría a corregir. Quizás no tenemos bastante fe en la Iglesia llevada por el Espíritu. Todo es cuestión de que logre esa sintonía entre mi fe y mi vida. La verdad consiste en «ser», no «aparentar».
        


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