Jueves 04 Mayo
V de Pascua
1° del salterio
He 14,5-18 / Sal
113b / In 14,21-26
José María Rubio;
Gotardo; Bto.
Ceferino Jiménez
Malla"el Pelé"; Bta.
Francisca Paula de
Jesús (Nhá Chica)
Juan 14, 21-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El qu acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama al que me ama lo amará mi Padre, y yo también 1 amaré y me revelaré a él». Le dijo Judas, no el Isca riote: «Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?». Respondió Jesús y le dijo: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre 1 amará, y vendremos a él y haremos morada en él. E que no me ama no guardará mis palabras. Y la pala bra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os h hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, e Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os 1 enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».
La clave: amar a los demás
Jesús nos ofrece la condición indispensable para que podamos decir que le amamos: amar a los demás. Solamente quien cumple ese mandamiento es quien puede empezar a hablar de su amor a Jesucristo y, en definitiva, a Dios. La fórmula es muy fácil: escuchar su Palabra, aceptarla y llevarla a la práctica. «Es fácil la piedad sensible, rehuimos la piedad sacrificada». Es fácil hablar de amor en un ambiente de fiesta, con flores y música, entre sonrisas y abrazos. Pero el amor a Dios no consiste en «vivir momentos emotivos» ni siquiera en «expresar sentimientos por muy sinceros que sean». Consiste en amar al prójimo, con un amor que le abraza, le mejora, intenta solucionar sus problemas, en un compartir fraterno y generoso.
Déjame, Señor, así; déjame que en Ti me muera mientras la brisa en la era dora el tamo que yo fui», cantaba el poeta. Junto a nuestros mejores sentimientos, junto a la emoción del momento, nos queda la acción, el amor hecho verdad en la entrega a los hermanos.