Domingo 14 Mayo
Oficio de la f.
He 1,15-17.20-26/
Sal 112 /In 15,9-17
S. Matías, f.
Miguel Garil4itz;
Teodora Guerin
Juan 15,9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
Jesús nos ofrece, una vez más, lo esencial del evangelio: el amor, la alegría, la amistad, las buenas relaciones, el sentido fraternal de la historia, la colaboración en la construcción de un mundo mejor, de una sociedad nueva. En sus últimas recomendaciones a los apóstoles, Jesús insiste en el amor del Padre, un amor que ha de habitar en nosotros y que ha de hacer que nosotros habitemos en él. De ahí, forjaremos una nueva relación entre todos, donde el bien común prevalece sobre todos los demás bienes. El problema no es la discusión sino la unidad; el problema es lograr la amistad, que surge de la verdadera fraternidad. La lucha, el enfrentamiento, la sinrazón, no nos harán felices, de ninguna de las maneras. La Buena Noticia está en el amor de Dios al mundo.