martes, 16 de mayo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 15/05/2017


Lunes 15 Mayo
VI de Pascua
2° del salterio
He 18,9-18 / Sal
46 / In 16,20-23a 
(o bien: Sant 5,7-
8.11.16-18 /Sal 1 / 
In 15,1-7)






S. Isidro 
Labrador, m.o. 
Eufrasio; Indalecio

PALABRA:
Juan 16,20-23a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo 1e ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».


La amistad con Dios
¡Cuántas veces se habla de la amistad con Dios! San Josemaría tiene un precioso libro de homilías, al que puso este título: Amigos de Dios. ¿Podemos ser amigos de Dios? La verdad es que somos algo mucho más importante: somos hijos e hijas de Dios. La «filiación divina» constituye las verdaderas señas de identidad de un cristiano. Pero Jesús nos pone una condición: «hacer lo que Él nos dice», o lo que es lo mismo, «vivir esa amistad con Él». Jesús pone el acento en las obras, en la vida misma, en los frutos. El amigo que lo es solo de palabra no es un verdadero amigo. El amigo sintoniza porque vive esa amistad con sus más hermosos destellos: la entrega, la generosidad, la bondad, el enriquecimiento personal y mutuo, las acciones que transparentan el verdadero cariño.

No tendrá sentido celebrar a Cristo si Él no es el sentido de mi vida y el motor de mi acción. El amor no es bueno por ser mandamiento, mas por ser amor. El amor no se demuestra solo con las palabras por muy hermosas que sean sino con las obras de fidelidad, con los frutos de la amistad.


                                  





lunes, 15 de mayo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 14/05/2017 (DIA DE LA MADRE EN LATINOAMERICA)




Domingo 14 Mayo
Oficio de la f. 
He 1,15-17.20-26/ 
Sal 112 /In 15,9-17





S. Matías, f. 
Miguel Garil4itz; 
Teodora Guerin

PALABRA:
Juan 15,9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».


Ir a lo esencial
Jesús nos ofrece, una vez más, lo esencial del evangelio: el amor, la alegría, la amistad, las buenas relaciones, el sentido fraternal de la historia, la colaboración en la construcción de un mundo mejor, de una sociedad nueva. En sus últimas recomendaciones a los apóstoles, Jesús insiste en el amor del Padre, un amor que ha de habitar en nosotros y que ha de hacer que nosotros habitemos en él. De ahí, forjaremos una nueva relación entre todos, donde el bien común prevalece sobre todos los demás bienes. El problema no es la discusión sino la unidad; el problema es lograr la amistad, que surge de la verdadera fraternidad. La lucha, el enfrentamiento, la sinrazón, no nos harán felices, de ninguna de las maneras. La Buena Noticia está en el amor de Dios al mundo.


Las quejas dilapidan la gracia de Dios en nosotros. Las quejas son como decirle a Dios: «ahora mismo no creo que me quieras, esto que me das no es bueno para mí». Pero resulta que Dios te quiere más que nunca.





              

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