Lunes 05 Junio
IX del T.O
lº del salterio
Tob 11,5-17 / Sal
145 / Mc 12,35-37
S. Bonifacio, m.o.
Ciriaco; Faustino;
Doroteo; Nicandro
PALABRA:
Marcos 12,35-37
En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo Jesús preguntó: «¿Cómo dicen los escribas que Mesías es hijo de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, dice: "Dijo el Señor a mi Señor Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies". Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?». La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo.
La gente disfrutaba escuchando a Jesús
La última línea .del texto es la clave: «La gente disfrutaba escuchando a Jesús». ¿Por qué? Probablemente, porque les interesaba lo que decía; porque les gustaba cómo les hablaba: con claridad, con convicción profunda, con transmisión directa. El fondo de este texto es buscar parecido al reino de Cristo con el reino de David, y de ahí la discusión. Los letrados enseñaban que el Mesías tenía que ser como David, es decir, un rey guerrero, victorioso, que llegaba para expulsar a los romanos. Jesús aclara, explica, convence: el Mesías es otra historia. Y la gente acepta su palabra, se siente a gusto con sus explicaciones, con sus enseñanzas. Necesitamos una formación seria que nos haga afrontar las cuestiones más difíciles. Necesitamos formadores que nos cautiven con la claridad de su palabra, con la fuerza de sus argumentos, con el testimonio de sus vidas.
Toda tierra es cautiverio, toda tierra es reconquista, toda tierra es patria nuestra. Todos somos extranjeros, en esta tierra del tiempo, en medio de un pueblo en éxodo.