sábado, 10 de junio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 09/06/2017

Viernes 09 Junio
X del T. O.
2° del salterio
2Cor 1,18-22/Sal
118 / Mt 5,13-16



S. Efrén, m.I.
José de Anchieta;
Bta. Ana Ma
Giannetti Taigi;
Bto. Luis Boccardo

PALABRA:
Mateo 5,13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros soisla luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo».


Vidas que enriquecen
Jesús nos invita a que seamos «sal de la tierra y luz del mundo». Es decir, a que transformemos el mundo, como nos dijera Pío XII, «de salvaje en humano, de humano en cristiano, y de cristiano en santo». Esa transformación no es tarea de un día, ni de un año, sino de una vida entera. Vivimos no solo para nosotros sino para los demás. «La vida nos ha sido dada —escribía Tagore— y solo se merece dándola». El cristiano ha de sentirse «lámpara» que ofrece luz en las tinieblas; «sal» que sazona y da sabor, que da sentido a nuestro caminar. Y ha de hacerlo con sencillez y encanto, con la palabra humilde y confiada, con el gesto anónimo y hermoso, con una presencia que irradie a Cristo. Porque el cristiano tiene en sus manos la misión de hacer presente al Señor en los caminos de la historia.


Evangelizar es ir comunicando la Buena Noticia de Jesús a la posible inmensa mayoría, para ir transformando el mundo según el designio de Dios Padre. Y esa es nuestra misión: comunicar la Buena Noticia y comunicarse cada uno de nosotros como Buena Noticia viviente.

       
           





viernes, 9 de junio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES 08/06/2017





Jueves 08 Junio
X del TO.
2° del salterio
2Cor 1,1-7/Sal 33/
Mt 5,1-12






Salustiano; Jacques
Berthieu; Bta. Mª
del Divino Corazón;
Bta. Ma Teresa



PALABRA:

Mateo 5, 1-12
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a 1 montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los po bres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de lo cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos será consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos he redarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Di chosos los misericordiosos, porque ellos alcanzará misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamará los hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».



La clave de la felicidad
He aquí el programa de felicidad que nos ofrece Jesucristo. Hablamos de felicidad, porque Dios nos quiere felices, alegres, contentos. Incluso en medio de la desgracia, la esperanza ha de brillar en nuestros rostros, en nuestro corazón. Pero se nos plantea siempre el gran interrogante: ¿Cómo es posible que seamos felices cuando la vida nos azota con terribles desgracias? ¿Cuál es la respuesta? La desgracia no puede hacernos felices. Lo que nos da la felicidad es el amor, sentir la mano de Dios que nos acompaña, el amor de Dios que nos transforma, que nos consuela. El mundo será siempre de los crucificados, porque en toda crucifixión Dios está de nuestra parte. Esta será la clave para contemplar la vida: la bondad, la limpieza de corazón, el anhelo de justicia y de santidad, la mansedumbre, la paz... crearán en nuestro interior un manantial de auténtica felicidad.


            






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