domingo, 18 de junio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 19/06/2017 (DÍA DEL PADRE)





Domingo 18 Junio
XI del TO.
3° del salterio
Xor 11,1-17 /Sal
110 / Mt 6,7-15





Marina; Gregorio
Juan Barbarigo;
Simplicio; Calógero


PALABRA:
Mateo 6,7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno". Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas».


Orar es sentir que Dios nos ama
Hace muchos años, un gran historiador y un hombre profundamente creyente, José María García Escudero, decía que «el cristianismo podía reducirse a una sola palabra: Padre». Jesús nos enseña a rezar. Y el núcleo de nuestra oración es el amor de Dios. Una de las definiciones más bellas de oración nos la ofrece Jacques Philippe: «Orar es sentir que Dios está junto a nosotros, nos mira y nos ama». El santo papa Juan Pablo II nos dijo que «orar es sentirnos en los brazos de Dios». El Padrenuestro es una bellísima oración de amor, que comienza con esa palabra tan entrañable: «Padre nuestro». Padre de ternuras y bondades, padre de misericordias infinitas, padre que nos has colocado en el escenario de la historia con un proyecto en nuestras manos y en nuestro corazón, para que lo realicemos caminando junto a Ti.



Padre nuestro que estás en todos nuestros pequeños cielos y también en nuestros grandes desiertos de silencios y soledades; en nuestras alegrías y en nuestras penas; cuando el gozo inunda nuestras vidas y cuando las lágrimas se derraman por nuestras mejillas, sin consuelo. Haz que saboreemos la «filiación divina» como nuestras más hermosas señas de identidad.

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 18/06/2017




Sábado 17 Junio
XI del T.O.
3° del salterio
Xor 9,6-11 /Sal
771/Mt 6,1-
6.16-18




Ismael y Samuel;
Rainiero; Nicandro;
Lancelot; Alberto
Chmielowski

PALABRA:
Mateo 6,1-6.16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a s'us discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».


Tres pilares para nuestra religiosidad
Se nos ofrecen de nuevo los tres pilares piadosos de los judíos: la oración, el ayuno y la limosna. Jesús los ilumina y los enmarca en su verdadero significado. Primero, la oración. Sin la oración, no nos ponemos a tiro de Dios, no podemos sentir su interpelación, ni experimentar su fuerza transformadora. Disfrutar de su presencia entrañable en el interior de nuestro silencio, en su compañía por el camino, y en el compromiso de amor y justicia con la humanidad. Segundo, el ayuno: hacer un hueco a la irrupción del otro y sus necesidades en nuestras agendas y programaciones. Tercero, la limosna: la ayuda solidaria, la comunicación de bienes que redistribuye riqueza, la solicitud para con las necesidades de los empobrecidos, el compromiso con la justicia. No pasar de largo ante el dolor de los demás.
                






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